Aceptar la vida como es

Sabemos que la vida engloba el nacimiento y la muerte, la enfermedad y la vejez. No queremos envejecer, enfermar y morir, pero la vida es así. Si nos rebelamos, si protestamos, sufrimos más. Si aceptamos la vida y todo lo que conlleva (los momentos de felicidad, alegría y paz, pero también de enfermedad, vejez y muerte), ya no sufriremos más. Por eso está bien sufrir. Y no solo el sufrimiento va bien, sino que gracias al sufrimiento tenemos la oportunidad de experimentar bienestar.

Para vencer el miedo, podemos comenzar en primer lugar siendo conscientes de que el miedo está en nosotros. Luego, como segundo paso, crearemos la intención de no escapar del miedo. Nuestra tendencia es huir del miedo porque no es agradable. No queremos vivir con él. Pero el miedo vuelve siempre. Tememos que pueda suceder algo esta tarde o mañana. Vivimos con ese miedo de la impermanencia. Por eso, el segundo paso de la transformación es crear la intención de permanecer donde estamos, examinar en profundidad el miedo y aceptarlo.

Si examinamos el miedo y lo experimentamos en profundidad, advertiremos una respuesta al miedo. Puede que respondamos con confusión o con rechazo. O tal vez con amabilidad, aceptación y compasión. Esta es la respuesta que traerá consigo la curación.

Este es el tercer paso, responder con discernimiento.
Puesto que ahora sabemos cómo lograr la curación, no tenemos que esperar a que el sufrimiento nos sorprenda. Con la práctica, cuando nuestra atención plena sea fuerte y estable, ya no tendremos que esperar a que las semillas del sufrimiento surjan de manera inesperada. Sabemos que están ahí, en el sótano de la conciencia-receptáculo. Podemos invitarlas a subir a la conciencia mental y dejar que la luz de la atención plena brille sobre ellas.

Hacer frente al sufrimiento es como enfrentarnos a una serpiente venenosa. Tenemos que informarnos sobre la serpiente, así como hacernos más fuertes y estables para manipularla sin resultar heridos. Al final de este proceso, estaremos listos para enfrentarnos a ella. Si nunca nos enfrentamos a ella, un día nos sorprenderá y moriremos de una picadura. El dolor que portamos en los niveles profundos de la conciencia es similar.

Cuando crece mucho y nos enfrentamos a él, no podemos hacer nada si no hemos practicado antes para tener una atención plena fuerte y estable. Solo deberíamos enfrentarnos al sufrimiento cuando estemos preparados.

Entonces, cuando llegue, podremos manejarlo sin peligro. Para transformar el sufrimiento no luchamos contra él ni tratamos de deshacernos de él. Simplemente, lo bañamos en la luz de la atención plena.

Thay

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