Cobra

La actividad mental es como una cobra mortalmente venenosa. Si no interferimos con la cobra, ella sigue simplemente su propio camino.

Aunque sea extremadamente venenosa, no somos afectados por ella. No nos acercamos a ella, ni la agarramos, y así no nos muerde. La cobra hace lo que es natural que una cobra haga.

Esa es la manera en que es. Si somos inteligentes, la dejaremos sola.

Igualmente, dejas ser aquello que no es bueno –lo dejas ser de acuerdo con su propia naturaleza–. También dejas ser aquello que es bueno. No te aferres a lo que te gusta o disgusta, así como no interferirías con la cobra.

Uno que es inteligente tendrá esta clase de actitud hacia los varios estados de ánimo que surgen en nuestra mente. Cuando la bondad surge, dejamos que sea buena. Entendemos su naturaleza.

De la misma manera, dejamos ser lo no-bueno. Lo dejamos ser de acuerdo a su naturaleza. No nos apegamos a ello porque no queremos nada. No queremos la maldad. No queremos la bondad. No queremos la pesadez o la liviandad, la felicidad o el sufrimiento.

Cuando nuestros deseos llegan a su fin, la paz está firmemente establecida.

Ajahn Chah

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