CÓMO TRABAJAR CON LA RESPIRACIÓN

Podemos utilizar una variedad de métodos para trabajar con la respiración. Distintas prácticas, como el “Hatha Yoga”, presentan técnicas como el “Pranayama” en la que el practicante altera su respiración de varias formas. En algunos métodos de meditación y relajación hay técnicas en la que el practicante respira muy profundamente o muy despacio, o cambia su respiración de varias maneras, hiperventilándose o respirando de forma continua para que no exista pausa entre inhalación y exhalación. También, podemos percibir todo tipo de simbolismo en la respiración— en algunas tradiciones o escrituras se cree que la respiración es el ritmo del universo o la onda cósmica del “Prana”.
Sin embargo, en esta forma de meditación budista no consideramos los aspectos cósmicos o simbólicos de la respiración y no intentamos provocar efectos energéticos con ella. Sencillamente tomamos el ritmo natural de la respiración exactamente como ocurre— ya sea corto o largo, profundo o superficial, consistente o cambiante— y lo aceptamos y usamos como objeto de meditación. Nos quedamos con la respiración así como es, dejando que su ritmo y sensación, y la sensación del cuerpo, ocurran de forma natural. Nuestra atención se enfoca en la agrupación de sensaciones que definen el proceso de la respiración e invitamos a nuestra atención a detenerse allí.
Exploraremos este ejercicio más a fondo en la meditación guiada que se encuentra al final de este capítulo y en las lecciones siguientes.
La mente se puede encontrar agitada o tranquila. Puede calmarse de inmediato o resistirse a la serenidad. No podemos controlar estas cosas y el funcionar de una sesión de meditación es impredecible. La gente varía, las situaciones varían y los estados de ánimo son cambiantes. 
Sin embargo, como regla general, cuanto más entrenamos la atención a detenerse en la respiración más se facilita el proceso. Si perseveramos en desarrollar esta habilidad la constante repetición eventualmente nos calará y procederemos a entrenar al corazón a atender con más lucidez al fluir natural de la respiración. Con la práctica, eventualmente la atención puede permanecer con la respiración sin divagar o distraerse mucho con los pensamientos.
Podemos mantenernos enfocados con nuestra atención firmemente localizada en la respiración.
Cuando nuestra atención se aleja de la respiración y es atraída por algún sonido o irritación es importante no frustrarnos o dejarnos llevar por el enfado, sino simplemente reconocer que la atención ha divagado hacia otros pensamientos. Con mucha suavidad, ternura y paciencia dejamos atrás los pensamientos que han atraído nuestra atención— dejamos a un lado los planes para la semana venidera, el recuerdo de unas pasadas vacaciones o la discusión que tuvimos con nuestro hijo y volvemos a sentir nuestra respiración. Cuando nos damos cuenta que hemos perdido la conexión con nuestra respiración, nos perdonamos y resolvemos reanudarla. No importa cuantas veces nos dejamos llevar por nuestras reflexiones, el momento presente nunca nos abandona ni se da por vencido con nosotros. El presente es nuestro compañero más fiel y, aunque nos perdamos mil veces en nuestras deliberaciones, siempre estará allí para darnos de nuevo la bienvenida. Cada vez que nos sumimos en nuestros pensamientos siempre podemos despertar y volver al presente.

Ajahn Amaro

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