Constancia

El que conoce el estado de vacuidad puede disolver siempre sus problemas mediante la constancia.

Nuestro mensaje de hoy es «cultivar el espíritu». Eso significa que no se ha de salir en busca de lo externo. Esta es una cuestión muy importante y es la única manera de practicar el Zen. Naturalmente, el estudio de los textos sagrados, la recitación del sutra o el sentarse es Zen. Cada una de estas actividades debe ser Zen. Pero si el esfuerzo o la práctica no tiene la debida orientación, no conducirá a nada en absoluto. No sólo eso, sino que corremos el riesgo de corromper nuestra naturaleza pura. En ese caso, cuanto más sepamos sobre el Zen, tanto más nos echaremos a perder. La mente se llenará de broza. La mente se manchará.

Para nosotros, es usual recoger retazos de información de diversas fuentes, con la persuasión de que así podemos incrementar nuestros conocimientos. En realidad, cuando se sigue ese camino, se acaba por no saber nada en absoluto. La comprensión del budismo no debe consistir en juntar muchos retazos de información con vistas a obtener un conocimiento. En vez de tratar de adquirir conocimientos, lo que se debe hacer es aclarar la mente. Cuando la mente está clara, ya se posee el verdadero conocimiento. Cuando se escucha nuestra enseñanza con mente pura y clara, puede aceptársela como si se estuviera escuchando algo que uno ya sabe. Esto se llama vacío, vacuidad, el sí mismo omnipotente o el pleno saber. Cuando se sabe todo, uno es como un cielo oscuro. A veces aparece un relámpago en ese cielo oscuro. Después que pasa, uno se olvida de él por completo y no queda nada más que el cielo oscuro. El cielo no se sorprende nunca cuando irrumpe un rayo en él. Y al destellar del relámpago, se puede tener una visión maravillosa. Cuando logramos la vacuidad, estamos siempre preparados para contemplar el relámpago.

En la China, el Rozan es famoso por su paisaje neblinoso. Todavía no he ido a China, pero allí debe haber hermosas montañas. Y ver las blancas nubes y la niebla deslizándose por entre las montañas es seguramente un espectáculo maravilloso. A pesar de ser maravilloso, hay un poema chino que dice: «El Rozan es famoso por sus días neblinosos y lluviosos y el gran río Zekko por su marea, que va y viene. Eso es todo». Si, eso es todo, pero es espléndido. Así es como apreciamos las cosas.

Por lo tanto, el conocimiento debe aceptarse como si se estuviera oyendo algo que ya se sabe. Pero esto no quiere decir que se han de aceptar los diversos retazos de información como un eco de las propias opiniones. No, significa que uno no debe sorprenderse de nada que vea u oiga. Cuando se perciben las cosas como un simple eco de uno mismo, no se las ve claramente, no se las acepta enteramente tal como son. Por eso, decir que «Rozan es famoso por sus días neblinosos y lluviosos» no significa que se aprecia el paisaje recordando algún otro que hayamos visto anteriormente; no significa «no es tan maravilloso; he visto ya antes ese paisaje». Ni tampoco «¡he pintado cuadros mucho más hermosos! ¡Rozan no es nada!». Éste no es nuestro camino. Si uno está dispuesto a aceptar las cosas tal como son, las recibirá como viejas amistades, aunque las aprecie desde un nuevo punto de vista.

Tampoco ha de hacerse acopio de conocimientos; debemos estar libres de ellos. Cuando se adquieren diversos conocimientos como en colección, quizás sea bueno, pero no es nuestro camino. No se debe tratar de sorprender a la gente con maravillosos tesoros. No hay que estar interesado en algo especial. Para apreciar algo plenamente, uno ha de olvidarse de sí mismo. Ha de aceptar todo como un relámpago que rasga la oscuridad absoluta del cielo.

A veces parece imposible entender algo que no nos es familiar, pero, en realidad, para nosotros no hay nada que no nos sea familiar. Algunos tal vez digan: «Es casi imposible entender el budismo, porque nuestra formación cultural es muy distinta. ¿Cómo puede uno entender el pensamiento oriental?». Naturalmente, el budismo no se puede separar de su fondo cultural. Muy cierto. Pero cuando un budista japonés viene a los Estados Unidos, deja de ser japonés. Yo estoy viviendo en el medio cultural americano. Como casi lo mismo que ustedes. Estoy comunicándome con ustedes en inglés. Aunque a mí no se me entienda perfectamente, mi deseo es entenderlos a ustedes. Y quizás los entienda mejor que alguien que sabe hablar y domina el idioma inglés. Ésta es la verdad. Aunque no pudiera entender nada de inglés, creo que podría comunicarme. Siempre hay una posibilidad de comprensión mientras se existe en la absoluta oscuridad del cielo, mientras se vive en la vacuidad.

Dije siempre que debemos ser pacientes para comprender el budismo, pero he estado buscando una palabra más exacta que paciencia. La traducción usual de la palabra japonesa nín es «paciencia», pero tal vez «constancia» sea más apropiada. Para ser paciente uno debe esforzarse. Pero la constancia no involucra ningún esfuerzo especial, sólo expresa la habilidad invariable de aceptar las cosas tales como son. Para los que no tienen ninguna idea de lo que es la vacuidad, quizás parezca que esta cualidad sea la paciencia, pero la paciencia puede consistir en realidad en no aceptación. Al que conoce, aunque no sea más que intuitivamente, el estado de la vacuidad, siempre le queda la posibilidad de aceptar las cosas tales como son. Esa persona puede apreciarlo todo. En lo que hace, aun cuando algo le resulte muy difícil, esa persona será siempre capaz de disolver sus problemas por medio de la constancia.

Nin es la manera de cultivar el propio espíritu. Nin es el camino de nuestra práctica continua. Siempre se debe vivir en el cielo oscuro y vacío. El cielo es siempre el cielo. Aún cuando aparezcan nubes y caigan rayos, el cielo no se perturba. Aunque surja el relámpago de la iluminación, nuestra práctica se olvida completamente de ella. Así está lista para otra iluminación. Hay que lograr una iluminación tras otra, de ser posible, momento tras momento. Esto es lo que se llama iluminación antes de alcanzarla y después de alcanzada.

 

Mente Zen,Mente dPrincipiante

Shunryu  Suzuki

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