El hábito de los Pensamientos Negativos

La psicología budista identifica al menos dos partes principales de la mente. Una de ellas, la conciencia almacén o depósito, es la parte inferior de la mente. Es el lugar donde se almacenan las simientes de los pensamientos y las emociones que llevamos dentro. En la mente hay toda clase de semillas: de amor, de fe, de perdón, de alegría y de felicidad. Y también semillas de sufrimiento: de rabia, de ojeriza, de odio, de discriminación, de miedo, de agitación y otras por el estilo. Nuestros antepasados nos transmitieron todas sus virtudes y defectos a través de nuestros padres y ahora se encuentran en las profundidades de nuestra conciencia en forma de semillas.

La conciencia depósito es como el sótano de una casa, y la mente consciente, la parte superior de la mente, como la sala de estar. Las semillas están almacenadas en el sótano y cuando una es estimulada —o «regada», como se suele decir—, esta aflora y se manifiesta en la mente consciente. La semilla deja de estar latente y se convierte en un campo de energía llamado «formación mental». Si es una semilla sana, como la de la plena conciencia o la compasión, gozamos de su compañía. Pero si la que se estimula es una semilla malsana, se puede apoderar de nuestra sala de estar como un huésped poco grato.

Por ejemplo, mientras miras la televisión, tal vez ese programa riegue en ti la semilla del deseo compulsivo y luego se manifieste en la mente consciente como la energía del antojo. O, poniendo otro ejemplo, cuando la semilla de la ira está latente en ti, te sientes feliz y alegre. Pero cuando alguien llega y te dice algo que la riega, se manifiesta en la mente consciente como la energía de la ira.

Nosotros practicamos el advertir y regar las semillas sanas para que se manifiesten en nuestra vida cotidiana, y el no regar las semillas del odio o el deseo apremiante. En el budismo la llamamos la práctica de la diligencia. En Plum Village la llamamos el «riego selectivo». Por ejemplo, cuando las semillas de la violencia y el odio están latentes e inactivas en la conciencia depósito, experimentamos una sensación de bienestar. Pero si no sabemos cuidar de nuestra mente, estas semillas en lugar de seguir latentes se activarán al regarlas y se manifestarán. Es importante advertir cuándo una semilla malsana se manifiesta en la mente consciente, para no dejar que crezca a sus anchas. Cuando veas que se manifiesta una formación mental malsana, trae la semilla de la plena conciencia a tu mente consciente para que se manifieste como una segunda energía, así reconocerá, aceptará y apaciguará la formación mental negativa para que puedas observar a fondo la negatividad y descubrir su origen.

La mayoría de las personas tenemos ira y sufrimiento en nuestro interior. Tal vez nos oprimieron o maltrataron en el pasado, y todo el dolor que nos causaron sigue ahí, enterrado en la conciencia depósito. Todavía no hemos asimilado ni transformado nuestra relación con lo que nos ocurrió y no sabemos qué hacer con toda la ira, el odio, la desesperanza y el sufrimiento que llevamos dentro. Si de pequeños sufrimos abusos sexuales, cada vez que recordamos el episodio es como si lo reviviéramos. Todas las veces que pensamos en él es como si dejáramos que nos lo volvieran a hacer. Rumiar el alimento tóxico de nuestra mente consiste en esto.

Durante la infancia probablemente vivimos también muchos momentos felices. Sin embargo, no cesamos de regodearnos en la desesperación una y otra vez y en otros estados mentales que no son sanos. Vivir en un buen entorno donde nuestros amigos nos recuerden: «Querido amigo mío, te ruego que no rumíes» es de gran ayuda. La gente solía decir: «Te doy una moneda si me dices en qué piensas». También podemos preguntar a los demás: «¿Qué estás rumiando? ¿El sufrimiento del pasado?» Podemos ayudarnos unos a otros a dejar atrás nuestros pensamientos negativos habituales y a apreciar las maravillas de nuestro interior y del entorno. A no volver a resucitar los fantasmas del sufrimiento y la desesperación pertenecientes al pasado.

Thay

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