La Concentración Correcta

La practica de la concentración correcta consiste en cultivar una mente unidireccional.

Hay dos clases de concentración: activa y selectiva. En la concentración activa la mente permanece en el momento presente.
Este poema de un monje budista describe la concentración activa:

El viento silba entre el bambú
y el bambú baila.
Cuando el viento cesa
El bambú se sume a la quietud.

El viento llega y el bambú le da la bienvenida. El viento se va y el bambú no se resiste a su marcha.

Un pájaro plateado
Vuela sobre el lago otoñal.
Tras haberlo cruzado
la superficie del lago no intenta
Retener la imagen del pájaro.

El lago refleja al pájaro con nitidez mientras esté lo sobrevuela. Una vez que el pájaro se aleja, el lago refleja las nubes del cielo con la misma claridad.

Cuando practicamos la concentración activa, damos la bienvenida a cualquier cosa que llegue. No pensamos ni añoramos nada más.

Simplemente permanecemos en el momento presente con todo nuestro ser.

Cuando practicamos la –concentración selectiva- elegimos un objeto en el que concentrarnos. Dejamos todo lo demás centrando nuestra atención en ese objeto.

No utilizamos la concentración para huir de nuestro sufrimiento, sino para estar profundamente presentes.

Cuanto más alto sea el grado de concentración mejor será la calidad de nuestra vida. Todo el mundo necesita saber concentrarse.

Cuando utilizas la concentración para huir de ti mismo o de la situación en que te encuentras, es una concentración errónea.

Hay nueve niveles de concentración, los primeros cuatro abarcan el reino de la forma y los 5 restantes el de la no-forma.

1- (2,3,4) A veces necesitamos huir de los problemas para tranquilizarnos, pero en algún momento tendremos que volver a afrontarlos. La concentración mundana busca huir de la realidad. La concentración supramundana aspira a la completa liberación. Cuando estás profundamente concentrado, permaneces absorto en el momento. Te conviertes en el momento. La Acción Correcta y la Concentración Correcta nos elevan por encima de los reinos de los placeres sensuales y del deseo, y nos sentimos más livianos y felices.

Cuando entras en una profunda experiencia de concentración, puedes percibir profundamente la realidad; el deseo y la materialidad dejan de ser un obstáculo. Empiezas a ver la naturaleza impermanente, la ayoidad y el interser del mundo. Descubres que nada puede existir por sí mismo.

5- El objeto del quinto nivel de concentración es el espacio infinito. A medida que practicamos con mayor profundidad, vemos que el espacio se compone y existe únicamente en función de los elementos de no-espacio, como la tierra, el agua, el aire, el fuego y la consciencia.

Como el espacio es uno de los seis elementos que forman las cosas materiales, sabemos que el espacio no tiene una existencia separada e independiente (según las enseñanzas de Buda nada tiene un yo
separado).

6- Con la practica descubriremos que con la consciencia sucede lo mismo que con el espacio. La consciencia también está formada de tierra, agua, fuego y espacio.

7- El objeto del séptimo nivel de concentración es la nada. Con nuestra percepción normal vemos las flores, los frutos, las teteras y las mesas, y creemos que tienen una existencia separada unos de otros.

Observando más a fondo descubrimos que el fruto está en la flor, y que la flor, la nube y la tierra están en el fruto. Vamos más allá de las apariencias o signos externos y llegamos a la –ausencia de signos-.

8- El octavo nivel de concentración no es el de la percepción ni el de la no percepción. Reconocemos que no podemos depender de nuestras percepciones porque al menos en parte son erróneas, y deseamos captar directamente la realidad. No podemos dejar de percibir las cosas, pero al menos sabemos que esa percepción es la percepción de un signo. Vamos más allá de los signos (no-percepción), pero sin dejar de percibir.

9- El noveno nivel de concentración se denomina la cesación.
Cesación de la ignorancia en nuestros sentimientos y nuestras percepciones, no la cesación de los sentimientos y las percepciones.
(- No se trata de hacer o dejar de hacer, se trata de comprender. -)

De esta concentración nace la clara visión. “Tan pronto vemos con nuestros ojos y oímos con nuestros oídos nos abrimos al sufrimiento”  dijo el poeta. Anhelamos estar en un estado de concentración en el cual no podamos ver ni oír nada, en un mundo sin percepciones. Cuando el meditador alcanza el noveno nivel de concentración, las formaciones del almacén de la consciencia se purifican. La mayor formación interna es la ignorancia de la realidad de la impermanencia y de la ayoidad. Esta ignorancia origina la codicia, el odio, la confusión, el orgullo, la duda y las opiniones erróneas. Unidas esas aflicciones producen una guerra en la consciencia que discrimina el yo del otro. Alcanzando este nivel, podrás ver que las vidas de los demás son tan preciosas como la nuestra, porque ya no discriminarás entre yo y el otro.

La mente conciente continúa observando los fenómenos después de haber sido transformada en sabiduría, pero los observa de una manera distinta, porque es conciente del interser en todo cuanto observa –en una cosa ve todas las demás, todas las manifestaciones del nacimiento y de la muerte, del llegar y del partir, etc- sin quedar atrapada en la ignorancia. Los ojos, los oídos, la nariz, la lengua y el cuerpo, que anteriormente nos hacían sufrir, se convierten en milagros que nos conducen al jardín de la talidad.

Buda enseñó muchas prácticas de concentración. Para practicar la Concentración sobre la Impermanencia, cada vez que mires a la persona que amas, debes ver que es impermanente y hacer todo lo posible para que hoy sea feliz. La visión de la impermanencia te impide quedar atrapado en el sufrimiento provocado por el deseo, el apego y la desesperanza. Todo cuanto veas y escuches intenta percibirlo con esta visión.

Para practicar la Concentración sobre la Ayoidad debes sentir la naturaleza del interser en todo aquello con lo que entres en contacto. Te dará mucha paz y alegría y te evitará sufrir.

La practica de la Concentración sobre el Nirvana te ayuda a sentir la dimensión última de la realidad y a permanecer en los reinos del no-nacimiento y de la no-muerte.

Con estás tres practicas tenemos para practicar toda la vida. En realidad una concentración contiene a todas las demás. Si percibes profundamente la naturaleza de una, percibes también la naturaleza de las otras dos. No necesitas hacer nada más.

No vayas de un lugar a otro tratando de encontrar a Buda. Anda simplemente sereno y feliz y Buda estará en tu interior. Vive cada momento de tu vida profundamente, y mientras estés andando, comiendo, bebiendo y contemplando el alba, estarás sintiendo la dimensión última.

Thay

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