La repetición

Si se pierde el espíritu de la repetición, la práctica se tornará bastante difícil.

El pensamiento y la práctica indias que Buda encontró en la India se basaban en una concepción de los seres humanos como mezcla de elementos espirituales y físicos. Existía la creencia de que la parte física del hombre ataba a la parte espiritual y por esta razón la práctica religiosa iba dirigida a debilitar el elemento físico con el fin de liberar y fortalecer el espíritu. 0 sea que la práctica que Buda encontró en la India recalcaba el ascetismo. Pero cuando se dedicó al ascetismo, Buda descubrió que el intento de liberarnos físicamente no tenía limites, que el ascetismo hacía muy idealista la práctica religiosa. Este género de pugna con nuestro cuerpo termina sólo cuando morimos. Pero de acuerdo con este pensamiento indio, volveremos a una vida tras otra para reanudar la lucha una vez tras otra, sin alcanzar nunca la perfecta iluminación. Y aunque se piense que es posible debilitar la parte física lo suficiente como para dejar libre el poder espiritual, eso da resultado sólo mientras se continúa la práctica ascética. Cuando se reanuda la vida cotidiana hay que fortalecer el cuerpo, pero habrá que debilitarlo de nuevo para recuperar el poder espiritual. Y luego será necesario repetir este procedimiento una y otra vez. Tal vez ésta sea una simplificación demasiado extremada de la práctica india mencionada por Buda, y hasta es posible que nos cause risa. Pero en realidad hay personas que todavía continúan esa misma práctica hasta el día de hoy. A veces, esta idea del ascetismo persiste, sin que uno se dé cuenta, en lo recóndito de la mente. Mas con esa clase de práctica, no se logra ningún progreso.

El camino de Buda fue muy diferente. Al principio estudió la práctica hindú de su época y región  y  practicó  el  ascetismo.  Pero  Buda  no  estaba  interesado  en  los  elementos  que componen al ser humano ni en teorías metafísicas de la existencia. Lo que más le importaba era cómo existía él mismo en ese momento preciso. Ése era su objetivo. El pan se hace con harina. La forma en que la harina se convierte en pan cuando se la pone al horno era para Buda lo más importante. Le interesaba principalmente la forma en que llegamos a la iluminación. La persona iluminada posee un carácter perfecto y deseable para él y para los demás. Buda quería determinar la forma en que los seres humanos desarrollan ese carácter ideal, cómo fue que llegaron a ser sabios los sabios del pasado. A fin de averiguar cómo se convierte la masa en pan perfecto, lo hizo una vez tras otra, hasta que logró el éxito completo. Ésa fue su práctica.

Pero quizás no resulte tan interesante cocinar la misma cosa día tras día. Es más bien aburrido, por así decirlo. Si se pierde el espíritu de la repetición, cocinar se volverá un poco difícil, mas no si uno está lleno de energía y vitalidad. De todas maneras, uno no puede estarse quieto. Hay que hacer algo. Y cuando se hace algo, se debe observar todo cuidadosamente y mantenerse muy alerta. Nuestro camino es poner la masa en el horno y observarla cuidadosamente. Una vez que se sabe cómo se convierte en pan la masa, se comprende también la iluminación. Esto quiere decir: nos interesa principalmente el modo en que este cuerpo físico se convierte en un sabio. No importa qué es la harina, ni qué es la masa, ni qué es un sabio. Un sabio es un sabio. No se trata de explicaciones metafísicas sobre la naturaleza humana.

Por consiguiente, la forma de práctica que recalcamos en este caso no puede volverse demasiado idealista. Cuando un artista se vuelve demasiado idealista, acaba por suicidarse, porque entre su ideal y su verdadera habilidad hay un gran trecho, y como no hay puente lo suficientemente largo para salvar ese vacío, comenzará a desesperarse. Ése es el camino espiritual común. Pero el nuestro no es tan idealista. En cierto sentido, debemos ser idealistas.

¡Por lo menos, debemos interesarnos en hacer un pan de buen aspecto y apetitoso! La práctica propiamente dicha consiste en repetir una y otra vez hasta descubrir la manera de convertirse en pan. En nuestro camino o sistema, no hay nada secreto. Se trata solamente de practicar zazén e introducirse en el horno. Ése es nuestro camino.

Mente Zen,Mente dPrincipiante

Shunryu  Suzuki

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