Las Seis Paramitas

Buda dijo “No esperes que la otra orilla venga a ti. Si quieres ir a la otra orilla, la orilla de la seguridad, el bienestar y en la que el miedo y la ira están ausentes, debes nadar o cruzar el río remando. Debes hacer un esfuerzo”. Este esfuerzo es la práctica de las Seis Paramitas:

  1. La perfección de la Generosidad.
  2. La perfección de la Concienciación.
  3. La perfección de la Inclusividad.
  4. La perfección de la Practica.
  5. La perfección de la Meditación.
  6. La perfección de la Comprensión.

La primera práctica es la perfección de dar. Dar significa ante todo ofrecer alegría, felicidad y amor. No nos guardamos nada únicamente para nosotros, sólo deseamos dar. Cuando damos es muy posible que la otra persona sea feliz, pero de lo que no cabe duda es de que nosotros lo seremos.

El mejor regalo que podemos ofrecerle a cualquier persona es el de nuestra verdadera presencia.

Podemos  dar  nuestra  estabilidad.  La  persona  que  amamos necesita que seamos sólidos y estables. Podemos cultivar la estabilidad inspirando y espirando, siendo conscientes al meditar andando o sentados,  y  disfrutando  al  vivir  profundamente  cada  momento.  La solidez es una de las características del nirvana.

Podemos ofrecer nuestra libertad. La felicidad no es posible hasta que nos liberamos de las aflicciones: el deseo, la ira, los celos, la desesperanza, el miedo, y las percepciones erróneas. La libertad es una de las características del nirvana. Algunas clases de felicidad en realidad destruyen nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras relaciones.

(- Estás “clases de felicidad” que nos destruyen, son representaciones falsas  de felicidad, son el resultado de perseguir metas que se nos presentaron como positivas pero que observadas con detenimiento son claramente negativas para alcanzar una felicidad sólida y estable. Cada una de las metas que en tu comunidad se presentan como “necesarias para una vida digna” pueden ser en el fondo medios para alcanzar una “felicidad” falsa y destructiva. -)

Observa profundamente la naturaleza de lo que crees que te dará felicidad y descubre si está haciendo sufrir a las personas que amas. Hay muchas cosas sanas que pueden hacernos felices ahora mismo, como un bello amanecer, el cielo azul, las montañas por ejemplo.

Podemos ofrecer paz. Es maravilloso sentarse al lado de alguien que goza de paz. Inspirando, me veo a mi mismo tan sereno como el agua. Espirando, reflejo las cosas tal como son. Podemos ofrecer a las personas que amamos nuestra paz y nuestra lucidez.

Podemos ofrecer espacio. Para ser feliz la persona amada necesita espacio. En un arreglo floral, cada flor necesita estar espaciada de la otra para irradiar su auténtica belleza.

Cuanto más ofrecemos más tenemos. Cuando la persona que amamos es feliz, repercute en nosotros su felicidad al instante. Nosotros le damos pero al mismo tiempo nos estamos dando a nosotros mismos.

Cuando estamos enojados, tendemos a castigar a la otra persona. Al hacerlo sólo aumentamos más el sufrimiento. En lugar de ello Buda propuso enviarle un regalo; dar es una práctica maravillosa, aunque parezca increíble luego de enviarle el regalo te sentirás mejor. En lugar de intentar castigar al otro, ofrécele lo que necesitas. Recibes aquello que ofreces. La practica del dar puede conducirte a la orilla del bienestar rápidamente.

Cuando una persona te hace sufrir, es porque sufre y rebosa sufrimiento. Pero no necesita ser castigada, sino que reclama nuestra ayuda. Si eres capaz de apreciarlo ofrécele lo que precisa: alivio. La felicidad y la seguridad de los demás son cruciales para las tuyas.

Podemos ofrecer comprensión. La comprensión es la flor de la práctica. Cuando ofrezcas a alguien tu comprensión, dejarán de sufrir al instante.

La segunda práctica se basa en los ejercicios de concienciación.

El primer ejercicio de concienciación  tiene por objeto proteger la vida de los seres humanos, los animales, los vegetales y los minerales. Proteger a otros seres equivale a protegernos a nosotros mismos.

El propósito del segundo es evitar que los humanos exploten a otros seres vivos y la naturaleza. Es también la práctica de la generosidad. La finalidad del tercero es proteger a los niños y a los adultos de los abusos sexuales, para preservar la felicidad de los individuos y las familias. El cuarto consiste en la práctica de escuchar atentamente y hablar con afecto. El quinto trata sobre consumir conscientemente.

Si vivimos de acuerdo a los cinco ejercicios de concienciación, nos protegemos a nosotros mismos y a quienes amamos. Para poder practicarlos profundamente necesitamos estar rodeados de una sangha.

El tercer pétalo de la flor es la inclusividad. La inclusividad es la capacidad de recibir, abrazar y transformar. La otra persona dice o realiza algo que nos hace enojar, nos inflinge algún tipo de injusticia, pero si nuestro corazón es lo suficientemente grande no sufrimos.

Buda ofreció la siguiente maravillosa imagen. Si tomas un puñado de sal y lo hechas en un vaso de agua, está estará demasiado salada como para beber. Pero si hechas la misma cantidad de sal a un río de agua potable, la gente podrá seguir bebiendo su agua sin problema. Gracias a su inmensidad el río no sufre en absoluto por ese puñado de sal. Si tienes un corazón pequeño, una palabra o una acción injustas te harían sufrir.  Pero  si  es  grande,  si  tienes  comprensión  y  compasión,  esa palabra  o  acción  no  tendrá  el  poder  para  hacerte  sufrir.  Para transformar tu sufrimiento debes tener un corazón tan grande como el río. Si guardas tu dolor demasiado tiempo es porque no has aprendido todavía la práctica de la inclusividad.

La enseñanza de la inclusividad no consiste en reprimir nuestro dolor, sino que debemos recibirlo, abrazarlo y transformarlo. La única manera  de  lograrlo  es  agrandando  nuestro  corazón.  Si  reprimimos nuestro  dolor  para  arrinconarlo  en  nuestra  conciencia,  más  tarde estallará una energía destructiva que nos afectará a nosotros y a los demás.

Cuando eres víctima de la injusticia, si te enojas sufrirás cien veces más. Cuando sientas algún dolor en el cuerpo, inspira y espira, y dite a ti mismo “Solo es un dolor físico”. Si te imaginas que es un cáncer y que morirás pronto, el dolor se hará cien veces más intenso. El miedo y el odio nacidos de la ignorancia, amplifican tu dolor. Si sabes como ver las cosas tal como son, sin añadir nada, puedes sobrevivir.

Buda  ofreció  las  enseñanzas  de  los  Cuatro  Inconmensurables Estados de la Mente para desarrollar la inclusividad.

El cuarto pétalo de la flor es la continua práctica. Se trata de la práctica del riego selectivo. Si quieres ser feliz, evita regar tus semillas negativas y pide a los demás que no rieguen en ti esa clase de semillas. Evita además regar las semillas negativas de los otros. La práctica continuada significa intentar hacer todo lo posible para no conectar en la vida cotidiana con las semillas negativas del almacén de nuestra conciencia, para no darles la oportunidad de manifestarse. Si ocurre que una semilla de una aflicción se manifiesta, haremos todo lo posible para abrazarla siendo concientes de ella y para hacerla regresar por donde vino. Cuanto más tiempo permanezca en la mente conciente más vigorosa se volverá. Di a tus amigos: “Si me amas riega, por favor, cada día, las semillas sanas que hay en mi.”

La quinta práctica para alcanzar la otra orilla es la perfección de la meditación. La meditación esta formada por dos aspectos: detenerse y observar profundamente.

Detenerse es dejar de correr, de olvidarse, de quedar atrapados en el pasado o el futuro. Regresamos al hogar del momento presente, donde se halla la vida. El momento presente contiene cualquier momento. Observar profundamente es la forma de ver la verdadera naturaleza de las cosas.

El sexto pétalo de la flor es la perfección de la comprensión. Es la clase más elevada de comprensión, libre de conocimiento, conceptos, ideas y visiones. El que recibe nuestra comprensión se abrirá como una flor y, al mismo tiempo, nosotros seremos recompensados.

La comprensión es el fruto de la práctica.

Cada una de estas prácticas contiene a las otras cinco. Sin desear nada empiezas a practicar desde este preciso instante. Desde el momento en que comiences te sentirás feliz. El dharma no es una cuestión de tiempo. Ven y descúbrelo por ti mismo. No es necesario practicar durante años para llegar a la otra orilla, haz simplemente la practica de respirar, de andar con plena conciencia y de observar profundamente e irás ahora mismo.

Thay

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