Los Doce Eslabones del Cosurgimiento Interdependiente

Los  Doce  Eslabones  del  Cosurgimiento  Interdependiente  (en dependencia,  cosas  que  surgen)  es  una  enseñanza profunda  y maravillosa, el fundamento de todos los estudios y la práctica budista. Habitualmente consideramos la causa y el efecto como dos entidades separadas, con la causa siempre anterior al efecto, y con una causa que conduce  a  un  efecto. Según  las  enseñanzas  del  Cosurgimiento Interdependiente, la causa y el efecto cosurgen y todo es fruto de múltiples causas y condiciones. El huevo está en la gallina y la gallina está en el huevo. Ninguno de ellos es independiente. El Cosurgimiento Interdependiente  va  más  allá  de  nuestros  conceptos  de  espacio  y tiempo. “Una cosa las contiene todas”. Buda explicó esto de una manera muy sencilla: “Esto existe, porque aquello existe. Esto no existe, porque aquello no existe. Esto llega a ser, porque aquello llega a ser. Esto cesa de ser, porque aquello cesa de ser.”

Para que una mesa exista, necesitamos madera, un carpintero, tiempo, destreza y muchas otras causas. Y cada una de ellas necesita otras. La madera necesita el bosque, la luz del sol, la lluvia, etc. El carpintero necesita a sus padres, el desayuno, aire fresco, etc. Si seguimos observando de este modo veremos que acabamos por incluirlo todo. Todo cuanto existe en el cosmos ha hecho posible la existencia de esta mesa. Una cosa puede verse en todas, y todas pueden verse en una.

Una causa es al mismo tiempo un efecto, y cada efecto es a su vez una causa. La causa y el efecto inter-son. La idea de que existe una primera o única causa, algo que en sí mismo no necesita una causa, no puede aplicarse.

En la escuela sarvastivada se enseñan cuatro clases de condiciones y seis clases de causas. Según este análisis estas condiciones y causas están presentes en cada cosa que existe.

La primera de las cuatro clases de condiciones es la -condición causa- o –condición raíz- y existen seis clases de condiciones causa.

1- La fuerza motivadora y creativa.

2- La condición concurrente. A veces es necesario que haya dos condiciones raíz al mismo tiempo. Si trazamos una línea AB tanto A como B han de estar ahí. Todos los pares de opuestos tienen esta característica, uno de los elementos no puede estar presente sin el otro. El arriba y el abajo empiezan a existir al mismo tiempo.

3- La condición semilla de la misma clase. Lo similar causa lo similar. El arroz produce arroz. Lo sano causa efectos sanos. Las causas insanas producen efectos insanos.

4- La  condición  asociada.  Una  semilla  sana  y  una  insana  se apoyan mutuamente para hacer aparecer algo. Se denomina – asociación- o -correspondencia- y se aplica sólo a los eventos mentales. Alguien hace una donación de dinero a la iglesia porque se siente culpable del incorrecto estilo de vida que le ha permitido ganar dinero. Su estilo de vida incorrecto es una semilla insana. Pero dar, es sano. El resultado es que los responsables de la iglesia le dicen que más que su dinero desean que cambie su estilo de vida.

5- La condición universal. La causa está presente en todo lugar, en cada parte de nuestro cuerpo y también en el universo entero. Los seis elementos: tierra, agua, fuego, aire, espacio y conciencia son ejemplos de las condiciones universales.

6- La  condición  de  maduración.  En  el  almacén  de  nuestra conciencia no todo madura al mismo tiempo. Al escuchar una charla sobre el Dharma, algunas semillas maduran al instante y otras pueden tardar años.

La segunda clase de condición se denomina –condición para el desarrollo-. Puede ayudar a que se desarrollen determinadas semillas u obstaculizar su evolución. Por ejemplo, todos tenemos una semilla de fe o de confianza. Si tienes amigos que riegan esta semilla en ti, se volverá más vigorosa. Pero si sólo si te encuentras en condiciones favorables, no te darás cuenta de lo preciosa que es. Los obstáculos en el camino pueden ayudarnos a aumentar nuestra determinación y compasión. Los obstáculos nos muestran nuestras virtudes y nuestros defectos, para poder conocernos mejor y ver realmente en qué dirección deseamos ir. (- No te propongas sólo superar los obstáculos para seguir en el mismo rumbo, aprende de los distintos obstáculos para mejorar tu rumbo y no volver a toparte con ellos, así te estarás acercándote a  tu verdadero camino. Si detestas la resaca, no te limites a esperar que pase, busca la forma de no volver a emborracharte. Tropezarse más de una vez con la misma piedra no es una condición humana, es una consecuencia de la ignorancia y del poco esfuerzo en reducirla. -)

La tercera clase de condición es la –condición de la continuidad-. Para que algo exista, se necesita una sucesión continua, momento tras momento. Para que nuestra práctica se desarrolle necesitamos practicar cada  día  la  meditación  andando, escuchar  enseñanzas  del  Dharma, hacer la práctica de ser consciente de los cuatro fundamentos en todas nuestras actividades, permanecer en la misma sangha y practicar las mismas enseñanzas.

La cuarta clase de condición es el –objeto como condición-. Si no hay un objeto, no puede haber un sujeto. Para tener confianza, debe haber un objeto de nuestra confianza. Cuando estamos enojados, lo estamos con alguien o con algo. Según Buda todos los fenómenos son objetos de la mente.

Buda dijo que hay doce eslabones en la cadena del Cosurgimiento Interdependiente.

El primero es la ignorancia. Aunque la ignorancia sea el primer eslabón no significa que sea una primera causa. También puede iniciarse la lista con la vejez y la muerte.

El segundo eslabón es la acción volitiva transformada también en formaciones, impulsos, energía motivadora, formaciones kármicas, o el deseo de apegarse al ser.

El tercer eslabón es  la  concienciaEn este  caso  significa  la totalidad de la conciencia: individual y colectiva, la mente consciente y el almacén de la conciencia, el sujeto y el objeto.

El cuarto eslabón es la mente y el cuerpo, o el nombre y la forma.

El quinto eslabón está constituido por los seis órganos sensoriales

(ojos,  oídos,  nariz,  lengua,  cuerpo  y  mente)  acompañados  de  sus objetos (formas, sonidos, olores, sabores y objetos táctiles y mentales).

El sexto eslabón es el contacto entre un órgano sensorial, un objeto de los sentidos y el sentido de la conciencia. El contacto es una base para las sensaciones. Es un elemento universal que está presente en cada formación mental.

El   séptimo   eslabón   son   las   sensaciones,   que   pueden   ser agradables, desagradables, neutras o mixtas. Cuando una sensación es agradable podemos apegarnos a ella.

El octavo eslabón es la ansia o deseo. El ansia va seguida del apego.

El noveno eslabón es el apego o asimiento. Significa quedarse esclavizado a un objeto.

El décimo eslabón es el –llegar a ser-. Cuando deseamos algo, llega a ser. Debemos observar profundamente que es lo que realmente queremos.

El undécimo eslabón es el nacimiento.

El duodécimo eslabón es la vejez y la muerte.

Tan  pronto  como  la  ignorancia está  presente,  todos  los  otros eslabones están allí. Cada eslabón contiene a los demás. Como hay ignorancia  hay  acciones  volitivas.  Como  hay  acciones  volitivas,  hay conciencia. Como hay conciencia, hay mente y cuerpo, y así sucesivamente. A causa del deseo, el apego y el devenir, habrá nacimiento y muerte, lo cual significa que esta rueda seguirá en movimiento una y otra vez.

Buda nunca quiso que consideráramos los Doce Eslabones de una forma lineal. La ignorancia no es la única que origina acciones volitivas, pero éstas pueden engendrar ignorancia. La ignorancia activa la conciencia produciendo sensaciones de incomodidad, deseo, aburrimiento, intenciones  y  aspiraciones,  de  modo  que  esos  sentimientos  se denominan acciones volitivas. Cuando estos sentimientos se activan en la conciencia acrecientan la ignorancia. El árbol engendra y alimenta  a las hojas, pero las hojas también alimentan el árbol. Cada eslabón de la cadena del Cosurgimiento independiente es tanto causa como efecto de todos los otros eslabones de la cadena. Los Doce Eslabones inter-son.

Buda no era un filósofo intentando explicar el universo, sino un guía espiritual que quería ayudarnos a poner fin a nuestro sufrimiento. Buda dijo: “Cuando la ignorancia se extingue, surge la comprensión”. Sino  hubiera  ignorancia  no  nos  apegaríamos  a  las  cosas.  Nuestra práctica consiste en identificar la ignorancia cuando está presente. La ignorancia conduce a las acciones volitivas, al deseo de vivir. Cuando estás enojado, quieres hacer algo. Pero la comprensión ¿Conduce al deseo de morir? No, lleva también al deseo de vivir. En la comprensión hay amor generoso y compasión, y cuando eres compasivo, afectuoso y comprensivo, deseas hacer algo para aliviar el sufrimiento. La ira el odio y la ignorancia son formas de energía. La comprensión y la compasión también lo son.

Por un lado, emprendemos acciones para conseguir cosas o satisfacer nuestros deseos. Por el otro, hay el deseo de estar presente para ayudar a aliviar el sufrimiento. Esta es la intención de los Budas y de toda la gente de buena voluntad. La expresión “acción volitiva” o “deseo de vivir” debe comprenderse de éstas dos maneras.

1- Vivir para experimentar placer sólo para uno mismo o para oprimir a los demás.

2- Estar presente para poder ayudar.

No creas que en los Doce Eslabones sólo hay ignorancia, también hay semillas de sabiduría. Si te desprendes de los doce eslabones, no tendrás los medios para alcanzar la paz y la alegría. No te desprendas de tu ignorancia, tus acciones volitivas ni tu conciencia. En lugar de ello transfórmalas en comprensión y en otros maravillosos atributos.

Debemos aprender a usar nuestra conciencia como un instrumento de transformación. La mente conciente, al liberarse, se convierte en la Maravillosa Sabiduría de la Observación, la que puede ver las cosas tal como son.

Los bodhisatvas sufren como todos nosotros, pero en ellos las sensaciones no originan apego ni aversión, sino interés, el deseo y la voluntad de permanecer en medio del sufrimiento y la confusión, y de actuar. (- No te apegues ni te escapes de lo que se siente bien ni de lo que se siente mal. Usa tu voluntad para actuar, interésate por el ahora, no vivas ni de los recuerdos ni de las ilusiones. -)

Cuando un bodhisatva ve una bella flor, reconoce que es bella, pero también ve su naturaleza impermanente. Por eso no se apega. Experimenta una sensación agradable pero no crea una formación mental. La liberación no significa que reprima todas las sensaciones. Cuando entra en contacto con el agua caliente, sabe que es caliente. Las sensaciones son normales. En realidad estas sensaciones le ayudan a ser feliz, pero no es la clase de felicidad que está sujeta al dolor y a la ansiedad, sino a una felicidad que nutre.

Cuando realizas la práctica de respirar, sonreír, sentir el contacto del aire y el agua, esta clase de felicidad no te produce sufrimiento, sino que te ayuda a ser más fuerte y sano, a ser capaz de avanzar hacia la realización. La sensación que tenemos cuando vemos que la gente está oprimida o hambrienta puede suscitarnos interés, compasión y la voluntad de actuar con ecuanimidad, pero no con apego.

Cuando los seis órganos sensoriales de Buda entran en contacto con los seis objetos de los sentidos, Buda experimenta sensaciones, pero estas no conducen al apego ni al asimiento. En un buda el contacto es puro y consciente, y las sensaciones también.

Nosotros  también podemos hacer la práctica de iluminar con la luz de la conciencia  los  contactos  que  se  establecen  entre  nuestros  órganos sensoriales  y  sus  objetos.  Si  no  permanecemos  atentos  a  esos contactos, aunque meditemos en la sala de meditar durante doce horas al  día,  no  estaremos  practicando.  Mientras  andamos,  hablamos, comemos,  o  sea  lo  que  fuere  que  hagamos,  si  vigilamos  nuestros sentidos,  los  contactos  que  se  establezcan  entre  nuestros  órganos sensoriales y los objetos de los sentidos serán claros y serenos. Permanecer atento a las sensaciones y contactos no conduce al deseo sino al amor, la compasión, la alegría y la ecuanimidad, es decir, los Cuatro  Inconmensurables  Estados  de  la  Mente.  Al  ser  conscientes percibimos las sensaciones como dolorosas, agradables o neutras. Cuando vemos que la gente sufre o experimenta dolor, o que disfruta de una manera alocada, surge en nosotros un sentimiento que genera la energía del amor compasivo –el deseo y la capacidad de ofrecer una verdadera alegría, y esto conduce a la energía de la compasión-. Está energía genera en nosotros alegría, y somos capaces de compartirla con los demás. También genera ecuanimidad: no tomamos partido por nadie ni nos dejamos llevar por imágenes y sonidos producidos a través del contacto y de las sensaciones. La ecuanimidad no significa indiferencia. Consideramos por igual a los seres que amamos y a los que odiamos, e intentamos lo mejor que podemos hacerles felices. Aceptamos las flores y la basura sin apego ni aversión. Las tratamos a ambas con respeto. La ecuanimidad no significa abandono sino desapego. El abandono causa sufrimiento, en cambio cuando no nos aferramos a las cosas, somos capaces de conducirnos con desapego.

Cuando permanecemos en contacto con las cosas a través del estado del amor, no huimos ni perseguimos nada, y ello es la base de la libertad. El apego es sustituido por la ausencia de objetivo. Cuando tenemos libertad, lo que parecía ser sufrimiento se convierte en el maravilloso ser (el reino de Dios o la Tierra Pura). El Maravilloso ser está más allá del ser y del no-ser, no queda atrapado en las ideas erróneas del nacimiento y la muerte. Cuando gozamos de una despierta comprensión, el nacimiento es una continuación y la muerte también, el nacimiento y la muerte no son reales.

Si dices que el propósito de la práctica es destruir el ser para alcanzar el no-ser, es totalmente incorrecto. A través del desapego, percibimos que tanto el ser como el no-ser son creaciones mentales, la realidad se halla en medio de estos dos conceptos. Ni el nacimiento ni la muerte nos importan ya. Si debemos nacer de nuevo para seguir la labor de ayudar a los seres nos parece bien, porque sabemos que nada muere ni nada puede morir. Sabemos que hay nacimiento y muerte, pero  si  sabemos  que  sólo  son  conceptos  de  nuestra  mente,  nos parecerán bien.

No debemos presentar las enseñanzas de Buda como un intento de huir de la vida para alcanzar la nada o el no-ser.

El mundo, la sociedad y el individuo se han formado por un ciclo de condiciones basadas en una mente llena de ignorancia, y, como es natural en un mundo así, hay sufrimiento y aflicción. Pero cuando las condiciones se basan en una mente verdadera, reflejan la maravillosa naturaleza de la realidad. Todo depende de nuestra mente.

Para convertir el infierno que domina el mundo de hoy en un paraíso, necesitas cambiar la mente en la que se basa. Para cambiar la mente de mil personas quizá sea necesario introducir algún elemento del exterior, como un maestro del Dharma o un grupo de gente que lo practique. Imagina mil personas que en lugar de tener percepciones erróneas, ira o celos, tengan amor, comprensión y felicidad. Si esas personas se unen y forman una comunidad, será un paraíso. La mente de la gente es la base del paraíso. Si tu mente está llena de ignorancia, crearás un infierno; pero si gozas de una mente verdadera, crearás un paraíso.

Thay – El Corazón de las Enseñanzas de Buda

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

  • Traducir