Meditación Profunda 

La práctica no es sólo lo que hacemos en la sala de meditación. De instante en instante ¿qué estamos haciendo? Ésta es la práctica correcta. A veces se le llama esfuerzo; a veces lo llamamos la mente que lo intenta. Es muy simple ¿no?
No hay necesidad de complicarlo.

Si prácticamos con esta clase de dirección y de determinación, alcanzamos una mente que no se mueve. En cualquier condición o situación, nuestra mente es clara como el espacio. Lo que significa que es clara como un espejo: cuando se pone el rojo ante el espejo, hay rojo; cuando llega el blanco, blanco. El espejo claro nunca conserva nada y nunca se ve alterado por lo que aparece en su superficie infinitamente vacía. Entonces, cuando vemos, cuando oímos, cuando olemos, cuando gustamos, cuando tocamos y cuando pensamos: todo, tal cual, es la verdad. Lo llamamos samadhi, o meditación profunda.

Pero el samadhi no es nada especial. La mayoría de la gente cree que la meditación, en última instancia, significa únicamente mantener un tipo de estado meditativo de samadhi poderoso, profundo e ininterrumpido mientras estamos sentados. «Debo practicar duro, sólo sentarme. ¡Entonces lograré el samadhi!» Esta clase de esfuerzo no es bueno ni malo. Pero la verdadera meditación no es sólo lo que hacemos en el cojín. La verdadera meditación es cómo mantenemos la mente, de instante en instante.

Mucha gente puede practicar el estilo samurai de meditación: en el cojín, consigue estados meditativos muy profundos. «¡Oh, esto es el samadhi! Dos horas sin moverme. ¡Qué maravilla!» Pero no puede hacer que esta meditación conecte con su vida cotidiana. Esta clase del mente-samadhi hace de la meditación algo especial. Para este tipo de personas, la meditación y la vida cotidiana están separadas y no funcionan juntas. Pero el verdadero samadhi significa mantener una mente que no se mueve, de instante en instante, ya estemos sentados, de pie, caminando, estirados, conduciendo un coche, o lavando los platos. Esta es la meditación correcta y el verdadero samadhi. No es algo especial.

-La Brújula del Zen, por el maestro zen Seung Sahn-

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