Reconocer el sufrimiento

Imaginemos que estamos practicando la meditación andando para entrar en contacto con las maravillas de la vida. Pero mientras caminamos, la mente regresa a una imagen de la infancia y surgen sentimientos de sufrimiento, miedo y desesperación. En ese caso, aunque estemos caminando, no estamos disfrutando de nuestro paseo. Mientras caminamos, no estamos en el paraíso, sino en el infierno. El sufrimiento está ahí. El primer paso es reconocerlo:«El sufrimiento está en mí».

Al inspirar, sé que el sentimiento de sufrimiento, desesperación, infelicidad y miedo está en mí.
Al espirar, abrazo al sentimiento de sufrimiento que hay en mí.

Con atención plena y concentración podemos regresar a la imagen y saber qué es lo que la ha hecho surgir. «Tengo esto porque he conectado con aquello.» Con atención plena y concentración podemos responder a esa imagen, conscientes de que ya no somos niños indefensos. Somos adultos fuertes, capaces de protegernos a nosotros mismos.

Algunos llegamos aquí como inmigrantes. Muchos refugiados del mar vietnamitas cruzamos el océano desde el Sureste Asiático para vivir en Occidente. Durante el viaje pasamos mucho miedo. Pudimos habernos ahogado en cualquier momento. Pudimos haber muerto o resultar heridos a manos de los piratas o los tiburones. Quienes hicimos el viaje seguimos teniendo las imágenes de todos esos peligros en la conciencia.
Ahora hemos llegado a la otra orilla. Hemos sido aceptados como refugiados.

Estamos en tierra firme. Pero a veces nos olvidamos de ello. A veces conectamos con las imágenes de aquellos momentos y seguimos sufriendo, aunque estemos a salvo. Cada vez que entramos en contacto con esas imágenes, surge de nuevo el sufrimiento. Esto sucede aunque el sufrimiento pueda haberse producido hace mucho tiempo.

Muchos de nosotros seguimos atrapados en el mundo de las imágenes. Pero el hecho es que solo se trata de imágenes; ya no son realidad. Mientras inspiramos y espiramos conscientemente, podemos conseguir esa sabiduría y ese discernimiento. Supongamos que todavía conservamos una foto del océano en el que podríamos habernos ahogado. Cuando miramos la foto, sentimos sufrimiento y miedo. Pero la atención plena y la concentración nos permiten discernir que se trata tan solo de una imagen, de que eso no es el océano. Podemos ahogarnos en el océano, pero no en una imagen.

Por eso, cuando sobrevienen las formaciones mentales de desesperación y sufrimiento, podemos observar y comprender que esto ha surgido de aquello; el sufrimiento surge porque entramos en contacto con una imagen del pasado. La realidad es que nos encontramos a salvo y tenemos la capacidad de disfrutar de las maravillas de la vida en el momento presente. En cuanto reconocemos que el sufrimiento se basa en
imágenes en vez de en la realidad actual, podemos vivir felizmente en el momento presente. Ese es el poder de la atención plena y la concentración.

Thay

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

  • Traducir