Respirar, caminar y soltar

La respiración es un vehículo maravilloso para llevarnos de vuelta al cuerpo, a los sentimientos y a la mente. No necesitamos mucho tiempo si sabemos cómo usar conscientemente la respiración. Respirar es algo que hacemos todos los días, pero la mayoría de las personas no respira conscientemente, por eso no pueden regresar al cuerpo y a los sentimientos.

Nuestra práctica consiste en volver siempre al momento presente, al aquí y ahora.

Solo en el aquí y el ahora podemos conectar profundamente con la vida. Aprender a vivir profundamente cada momento de la vida diaria es nuestra auténtica práctica. La respiración consciente puede devolvernos siempre al aquí y ahora. Si perdemos la respiración consciente, perderemos el momento presente.

Podemos ser conscientes al caminar, al asearnos y también al comer. Hay muchas maneras de volver al aquí y ahora para conectar profundamente con la vida. Pero todas ellas implican la respiración consciente. Si estamos anclados en la respiración consciente, podemos practicar mindfulness en cualquier momento. De otra manera, nos arriesgamos a dejar escapar nuestra vida, aquella que se vive en el aquí y ahora.

La respiración consciente es la base de la práctica del mindfulness. Al practicar la respiración consciente, hacemos que la mente vuelva al cuerpo y establecemos nuestra verdadera presencia. La energía del mindfulness abarca la amistad y la bondad en su interior. No podemos ser amigos de nosotros mismos o de cualquier otra persona si no estamos verdaderamente presentes. No podemos ser amigos hasta que hayamos desarrollado compasión.

Al practicar la respiración consciente, nos hacemos realmente amigos de nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestra mente y nuestras percepciones. Solo cuando hayamos desarrollado una auténtica amistad con nosotros mismos podremos efectuar alguna transformación en esos distintos terrenos. Si queremos reconciliarnos con la familia o con los amigos que nos hayan hecho daño, tenemos que cuidar primero de nosotros mismos. Si no somos capaces de escucharnos, ¿cómo vamos a escuchar a los demás? Si no sabemos cómo reconocer nuestro propio sufrimiento, no será posible introducir paz y armonía en nuestras relaciones.

Thay

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