SIN PERMANECER

Oímos algunas de las enseñanzas y no podemos entenderlas realmente; pensamos que no deberían ser como son. De modo que no les prestamos atención, no les hacemos caso, no les damos importancia, pero en realidad todas las enseñanzas tienen una razón de ser. Al principio, yo ni siquiera le daba importancia a la meditación formal, no podía ver la utilidad de estar sentado con los ojos cerrados. ¿Y de la meditación caminando?… ¿caminar de un árbol a otro, regresar y otra vez lo mismo? ¿Para qué? pensaba, ¿para qué tanto caminar? Así es como pensaba, pero en realidad hacer meditación formal ya sea sentado o caminando, tiene una gran utilidad.

Las tendencias de algunas personas les hacen preferir la meditación caminando, otros prefieren meditar sentados, pero uno no puede prescindir de ninguna de las dos. Las escrituras se refieren a las cuatro posturas: de pie, caminando, sentado y acostado. Vivimos en estas cuatro posturas. Podemos preferir una en especial, pero indudablemente debemos usar las cuatro.

Las escrituras recomiendan practicar en estas cuatro posturas por igual. Al principio no podía entender exactamente de qué se trataba. Tal vez -pensaba- quiere decir que hay que dormir dos horas, estar de pie dos horas, caminar dos horas…tal vez es eso. Traté de hacerlo así, y… ¡no pude! Era imposible. No era eso lo que significaba practicar las cuatro posturas por igual. “Practicar las cuatro posturas por igual” se refiere a la mente, a la atención, a propiciar que la sabiduría alcance nuestra mente. Esta sabiduría debe estar presente en las cuatro posturas; deben saber, entender, constantemente.

De pie, caminando, sentados o acostados, conocemos todos los estados mentales como insatisfactorios y carentes de identidad propia. Practicar las posturas por igual, de esta manera, se puede hacer, es posible. Ya sea que “gustar” o “no gustar” estén presentes en la mente, no nos olvidamos de nuestra práctica, estamos atentos.

Si solamente enfocamos nuestra atención en la mente constantemente, entonces tenemos lo esencial de la práctica. Ya sea que estemos teniendo la experiencia de estados mentales que el mundo conoce como buenos o como malos, no nos olvidamos de nosotros mismos. No nos perdemos en lo “bueno” o “malo”, nosotros solo seguimos adelante. Mantener nuestras posturas constantes de esta manera, es posible.

Si somos constantes en nuestra práctica, cuando nos elogian, es simplemente un elogio; si nos culpan, es simplemente culpar.

Ni nos deprimimos ni nos alegramos al respecto, permanecemos meramente aquí. ¿Por qué? Porque vemos el peligro en todas esas cosas, vemos los resultados. Estamos constantemente conscientes del peligro en ambos, halagos y críticas. Normalmente, si estamos de buen talante, la mente también lo estará; si estamos de mal talante, la mente estará igual, no nos gusta. Esto es así, es una práctica dispareja.

Con que seamos constantes, simplemente en conocer nuestros estados de ánimo y saber que estamos apegados a ellos, ya es una ventaja. Eso es, estamos presentes, sabemos qué está pasando, pero aun así no podemos desprendernos. Vemos que estamos aferrados a lo bueno y a lo malo, lo sabemos. Nos colgamos de “bueno” y sabemos que no es la práctica correcta; pero aun así no podemos desprendernos de ello. Esto es ya, entre el cincuenta y el setenta por ciento de la práctica. Todavía no nos hemos desprendido, pero sabemos que si pudiéramos hacerlo, eso sería lo que nos llevaría a la paz. Seguimos viendo las consecuencias igualmente dañinas de nuestros “gustar” y “no gustar”, de halagos y críticas. Sin importar las condiciones, la mente es constante de esta manera.

Pero la gente mundana se incomoda cuando es criticada o culpada, se ponen realmente mal. Si los halagan, se ponen contentísimos, dicen que eso es bueno y se sienten felices. Si conocemos la verdad de nuestros diferentes estados de ánimo, si sabemos las consecuencias de quedarse pegado a los halagos y las críticas, el peligro de pegarse a…lo que sea, nos vamos a volver más conscientes de nuestros estados de ánimo. Vamos a saber que adherirse a ellos causa sufrimiento de verdad. Empezamos a ver las consecuencias de apegarnos, de aferrarnos a lo bueno y lo malo, porque ya lo hemos hecho antes y hemos visto los resultados: cero felicidad verdadera. Entonces ahora buscamos maneras de desprendernos, de desengancharnos.

¿En dónde está este “camino hacia el desprendimiento”? En el budismo decimos, “no te apegues a nada”. Nunca dejamos de oírlo, este “¡no te apegues a nada!” Esto quiere decir sostener, pero no aferrarse. Como esta lámpara de mano. Pensamos, ¿qué es esto? y la levantamos, “¡ah! Es una lámpara de mano”, y la dejamos en donde estaba. Así es como “tomamos” las cosas.

Si no nos apegáramos a absolutamente nada, ¿qué podríamos hacer? No podríamos hacer ni meditación caminando ni ninguna otra cosa; primero tenemos que “tomar” las cosas. Es “desear”, sí, eso es cierto, pero es un “desear” que después nos llevará a la virtud o perfección. Como querer venir aquí, por ejemplo. Venerable Jagaro vino a Wat Pah Phong. Antes de venir tuvo que haber sentido el deseo de venir. Si no hubiera tenido ese deseo, no hubiera venido. Para todos los demás es lo mismo, vienen aquí por ese deseo, ese querer venir. Pero cuando ese “desear” aparezca… ¡no se aferren! Y entonces vienen, y luego regresan. ¿Qué es esto? Lo tomamos, lo miramos y nos damos cuenta, “¡ah! Es una linterna, y luego la dejamos. A esto se le llama sostener sin aferrarse, y soltamos. Conocemos y luego soltamos. Para ponerlo de un modo simple, decimos esto: “Conocer y soltar”. Seguir así, mirando y soltando. “Esto, según dicen, es bueno; esto, según dicen, no es bueno. Véanlo…déjenlo. Bueno y malo; lo conocemos todo, pero lo dejamos ir. No nos aferramos tontamente a las cosas, sino que las “sostenemos” con sabiduría. Practicar esta “postura” puede ser constante. Deben ser constantes de esta manera. Hagan que la mente conozca de esta manera; permítanle a la sabiduría emerger.

Cuando hay sabiduría en la mente ¿qué más se puede buscar? Debemos reflexionar en lo que estamos haciendo aquí. ¿Cuáles son nuestras razones para estar viviendo aquí? ¿Para qué estamos trabajando? En el mundo la gente trabaja por esta o aquella recompensa, pero los bhikkhus enseñan algo un poquito más profundo.

Sin importar lo que hagamos, no pedimos nada. Trabajamos, pero no lo hacemos para obtener algo a cambio. La gente mundana trabaja porque quiere esto o aquello, porque quiere tener alguna ganancia, pero el Buda enseñó que hay que trabajar solo por trabajar; no pedimos nada más.

Si haces algo solamente para recibir otra cosa a cambio, el resultado es sufrimiento. ¡Haz la prueba! Quieres calmar la mente, entonces te sientas y tratas de apaciguarla… ¡Vas a sufrir! Haz la prueba. La manera en que nosotros lo hacemos es más refinada.

Hacemos… y soltamos; hacer…y soltar.

Fíjense en el brahmán que hace sacrificios. Tiene un deseo en la mente, entonces hace un sacrificio. Esas acciones no le van a ayudar a trascender su sufrimiento porque está actuando en base a un deseo. Al principio practicamos con un deseo en la mente; practicamos y practicamos y practicamos… pero no conseguimos nuestro deseo. Entonces seguimos practicando hasta que alcanzamos el punto en el cual estamos practicando sin esperar una recompensa; estamos practicando para desprendernos.

Esto es algo que tenemos que ver nosotros mismos, es muy profundo. Tal vez practiquemos porque queremos ir a Nibbana… Precisamente por eso, no llegarás a Nibbana. Es natural que queramos tener paz, pero no es lo correcto. Tenemos que practicar sin querer absolutamente nada. Si no queremos nada en lo absoluto, ¿qué vamos a conseguir? ¡No vamos a conseguir nada! Lo que sea que consigas es causa de sufrimiento, entonces practicamos sin conseguir nada.

A esto se le llama, “vaciar la mente”. Ya está vacía, pero todavía hay “hacer. Este vacío es algo que la gente generalmente no entiende; solamente aquellos que lo alcanzan pueden ver su verdadero valor. No es el vacío de no tener nada, es vacío dentro de las cosas que están aquí. Como esta linterna; deberíamos ver esta linterna como vacía; debido a la linterna es que hay vacío. No es el vacío en donde no podemos ver nada, no es así. La gente que lo entiende así no está entendiendo. Tienen que entender el vacío que hay dentro de las cosas que hay aquí.

Aquellos que todavía están practicando porque tienen la idea de obtener algo, son como el brahmán que hace un sacrificio solo para conseguir su deseo. Es como la gente que viene a verme para que la rocíe con “agua bendita”. Cuando les pregunto: “¿por qué quieres esta agua bendita?” contestan, “queremos vivir cómodamente, ser felices y no enfermarnos”. ¿Se dan cuenta? Esa gente nunca va a trascender el sufrimiento de esa manera.

La manera mundana es hacer las cosas por una razón, para conseguir algo a cambio de lo que hacen, pero en budismo hacemos las cosas sin la idea de conseguir algo. El mundo tiene que entender las cosas en base a causa y efecto, pero el Buda nos enseña a ir por encima de causa y efecto, más allá de causa y efecto; por encima del nacimiento y más allá de la muerte; por encima de la felicidad y más allá del sufrimiento.

Piénsenlo, no hay un “dóndequedarse. Nosotros, la gente, vivimos en una “casa”. Dejamos la casa y vamos a donde no hay casa, no sabemos cómo hacerlo porque siempre hemos estado viviendo convirtiéndonos en algo, aferrados. Si no nos podemos aferrar, no sabemos qué hacer.

Entonces la mayoría de la gente no quiere ir a Nibbana– no hay nada allá, absolutamente nada. Miren al techo y al piso, la parte de más arriba es el techo, ese es un lugar, un “dóndeen donde estar.

La parte de más abajo es el piso, y ese es otro lugar, otro “dónde” donde estar. Uno puede pararse en la azotea, o pararse en el piso, pero no en ese espacio vacío. Donde no hay un “dónde permanecer”, ahí es en donde hay vacío – y Nibbana es este vacío.

La gente, al escuchar esto, se desanima un poco, no quiere ir allá. Tienen miedo de no poder ver a sus hijos, a sus familiares. Por esto es que cuando bendecimos a los laicos diciendo: “que tengas una larga vida, belleza, felicidad y fuerza”, esto los hace muy felices.

Les gustan estas cosas. Si comenzamos a hablar de vacío no quieren escuchar, están apegados al “estar”.

Pero, ¿han visto alguna vez, han conocido a alguien de edad avanzada cuya piel sea hermosa? ¿Han visto alguna vez a un anciano con mucha energía y fuerza, o que sea muy feliz? No, pero decimos “larga vida, belleza, felicidad y fuerza”; y la gente se siente muy complacida; todos y cada uno dicen lo mismo: ¡sadhu! (¡Que así sea!) Y esto es como el brahmán que hace grandes ofrendas para obtener un deseo.

En nuestra práctica, nosotros no hacemos ninguna “ofrenda”, no practicamos para recibir algo a cambio. Nosotros no queremos obtener nada. Si queremos algo, entonces todavía hay algo ahí. Solo calmen su mente, no hagan nada más. Pero si hablo así, probablemente no se van a sentir muy a gusto, porque lo que quieren es “nacer” otra vez.

Todos ustedes, laicos, deben acercarse a los bhikkhus y observar su práctica. Estar cerca de los bhikkhus es estar cerca del Buda, cerca de su Dhamma. El Buda dijo: “Ananda, practica mucho, ¡desarrolla tu práctica! Quien ve el Dhamma me ve a mí, quien me ve a mí, ve el Dhamma”.

¿En dónde está el Buda? Tal vez pensemos que el Buda ya vino y se fue, pero el Buda es el Dhamma, la verdad. A algunos les gusta decir: “¡Ay! Si yo hubiera nacido en los tiempos del Buda habría llegado a Nibbana. Es lo que les digo: la gente tonta se expresa así. El Buda todavía está aquí. El Buda es “la verdad”. Sin importar quién nace o se muere, la verdad todavía sigue aquí. La verdad nunca abandona el mundo, nunca se va: está aquí todo el tiempo.

Ya sea que un Buda nazca o no, ya sea que alguien esté enterado o no, la verdad sigue ahí.

Entonces, debemos acercarnos al Buda, debemos viajar a nuestro interior y encontrar el Dhamma. Cuando tocamos el Dhamma, también tocamos al Buda; viendo el Dhamma vamos a ver al Buda también y todas nuestras dudas estarán resueltas.

Haciendo una comparación, es como el maestro Choo. Al principio no era maestro, era solamente el Sr. Choo. Cuando estudió y pasó los exámenes correspondientes, se convirtió en maestro Choo. ¿De qué manera llegó a ser maestro? Al estudiar las materias necesarias que permitieron que el Sr. Choo se convirtiera en el maestro Choo. Cuando el maestro Choo se muera, las enseñanzas necesarias para ser maestro se van a quedar, y quien sea que las estudie se convertirá en maestro. El curso para estudiar, para convertirse en maestro no desaparece de ninguna parte. Del mismo modo que la verdad, cuyo conocimiento le permitió al Buda convertirse en el Buda.

Por lo tanto, el Buda todavía está aquí. Quienquiera que practique y vea el Dhamma, ve al Buda. En la actualidad la gente lo entiende todo mal, no saben en dónde está el Buda.

Dicen: “si hubiera nacido en los tiempos del Buda me habría convertido en uno de sus discípulos y hubiera alcanzado la Libertad”. Puras tonterías.

No anden por ahí pensando que al final del retiro van a renunciar a la vida de monasterio. ¡No piensen así! En un instante un mal pensamiento puede aparecer en la mente, podrían matar a alguien.

De la misma manera, en un instante puede llegar un buen pensamiento, y tú vas a estar listo. Y no piensen que se tienen que ordenar durante mucho tiempo para poder meditar. La práctica correcta está en el instante en que hacemos kamma, es ese instante.

En lo que dura un relámpago, un pensamiento de maldad aparece, y antes de que te des cuenta has creado grave kamma. Y de la misma forma, todos los discípulos del Buda practicaron durante mucho tiempo, pero la Libertad la lograron en un solo instante.

Entonces, no sean negligentes, ni siquiera para las cosas pequeñas.

Esfuércense, traten de acercarse a los bhikkhus, de contemplar las cosas para que puedan aprender de ellos. Bueno, me parece que ya está bien, ¿eh? Ya debe ser tarde y algunos de ustedes se están quedando dormidos. El Buda dijo que no hay que enseñar el Dhamma a gente que tiene sueño.

Ajahn Chah

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

  • Traducir