Inhalando el dolor, exhalando alivio

El 11 de septiembre de 2001, millones de personas perdieron el piso. Cuando los dos aviones
volaron hacia las Torres Gemelas del World Trade Center, la vida como muchos de nosotros la
conocíamos cambió para siempre. La sociedad experimentó una sensación de irracionalidad. Las
verdades de la incertidumbre y el cambio fueron inmediatas para quienes vivían en la ciudad de Nueva
York, para quienes vivían en todo Estados Unidos y para muchas personas en todo el mundo.
Los siguientes días, en esta atmósfera omnipresente de no saber qué estaba sucediendo o qué
hacer, grandes grupos se reunieron en ciudades y pueblos de todo Estados Unidos para hacer una
práctica llamada tonglen.
La instrucción era respirar lo más profundamente posible el dolor y el miedo de todos los que
habían estado en las torres ardiendo, de todos los que habían saltado a la muerte, de todos los que
estaban en los aviones y de todos los millones traumatizados por este evento. También para inhalar la
ira de los secuestradores y de quienes planearon el ataque. Luego, exhalar, enviando alivio a todos
ellos.
Algunos enviaron amor y cuidado a todos los que sufrían. Algunos enviaron frío y escape del calor
abrazador de las llamas a los que habían quedado atrapados en las torres y los aviones. Algunos
enviaron valentía. Algunos enviaron la aspiración de que nadie albergara sentimientos de odio o ira.
Al inhalar todos hicieron lo único que pudieron para apoyar a quienes no sobrevivieron. Al exhalar
encontraron una manera de poner en práctica un profundo anhelo de ayudar, lo que sea que eso
signifique. Por supuesto, miles de personas en la ciudad de Nueva York y en otros lugares ofrecieron
su apoyo de inmediato. De hecho, hubo tal avalancha de voluntarios que tuvieron que rechazar a
muchos. Pero nadie se apartó de las reuniones de tonglen, y las personas que no podían ayudar de
ninguna manera se unieron a muchas otras cuya intención era aliviar el sufrimiento de aquellos que
habían muerto con inimaginable dolor y aquellos a quienes dejaron atrás.
Tonglen es una práctica básica para los guerreros en formación, la herramienta más efectiva para
desarrollar valentía y despertar nuestro sentido de unidad con los demás. Es una práctica para
quedarse en medio del río. Nos da la fuerza para ir más allá de la orilla.
Tonglen se enseña de varias formas, pero en esencia es inhalar lo desagradable e indeseable y
exhalar lo que alivia y se disfruta. En otras palabras, inhalamos las cosas que generalmente tratamos
de evitar, como nuestra tristeza y enojo, y exhalamos enviando cosas a las que usualmente nos
apegamos, como felicidad y buena salud. Inhalamos dolor y enviamos placer. Inhalamos desprecio y

exhalamos enviando buena reputación. Inhalamos pérdidas y exhalamos enviando ganancias. Ésta es
una práctica excesivamente contra habitual. Nos ayuda a superar nuestro miedo al sufrimiento y
aprovechar la compasión que es inherente a todos nosotros.
Tonglen es la palabra tibetana para “enviar y recibir”. Se refiere a nuestra voluntad de asumir el
dolor de aquellos que sabemos que están sufriendo y mandarles cualquier cosa que nosotros sintamos
les aliviará su dolor, lo que sea que les permita estar presentes con las penas, las pérdidas y las
desilusiones de la vida. Practicar tonglen despierta nuestra empatía natural, nuestra capacidad innata
de ponernos en el lugar del otro. Cuidar a las personas cuando están asustadas, tristes, enojadas o son
arrogantes puede ser un desafío; nos enfrenta con nuestro propio dolor y miedo, con las áreas donde
estamos atrapados. Pero si podemos quedarnos con esos sentimientos indeseados, podemos usarlos
como puntos de apoyo para comprender el dolor y el miedo de los demás. Tonglen nos permite
reconocer donde estamos en el momento y, al mismo tiempo, cultivar un sentido de parentesco con
los demás. Cuando surgen sentimientos dolorosos, los inhalamos, abriéndonos a nuestro propio
sufrimiento y al sufrimiento de todos los que sienten lo mismo. Así enviamos alivio para todos
nosotros.
Éste es el estilo de tonglen que ha sido el más liberador para mí. Utiliza la crudeza inmediata e
inquietante de nuestra propia incomodidad como un enlace con los demás. Nos permite comprender
de manera empírica y no conceptual que nuestro sufrimiento no es único, sino que lo comparten
millones y trillones de otros seres, tanto animales como humanos. Nos enteramos que tenemos
cáncer, y respiramos el miedo, la incredulidad, el dolor de todos los pacientes con cáncer y enviamos
alivio a todos. Perdemos a un ser querido y esto nos conecta con todos los que están abrumados por
el dolor. No podemos dormir por el insomnio y esto nos conecta con innumerables personas que no
pueden dormir. En el acto, inhalamos nuestro insomnio y el de los demás, inhalamos nuestra ansiedad,
agitación y la misma incomodidad que sienten los demás. En el acto, enviamos descanso, paz mental,
satisfacción, incluso una visualización de todos nosotros durmiendo profundamente.
Tonglen es una práctica para pensar en grande, para palpar nuestra igualdad con todos los seres.
En lugar de retraernos en nosotros mismos, podemos usar la aspereza, la dureza de la condición
humana como una vía para despertar nuestra capacidad natural de amar, cuidar y comprender nuestra
interconexión. Con tonglen, nuestras desgracias se convierten en un medio para despertar nuestra
esencia, permitiéndonos trabajar de todo corazón por el bien de los demás y al mismo tiempo ser un
verdadero amigo de nosotros mismos.
Tonglen no es una práctica para hacer exclusivamente en el cojín de meditación. Es particularmente
útil en la vida diaria, donde sea que estemos y a medida de que avance el día. Tal vez llegue una carta
o un correo electrónico de un amigo que está pasando por un momento difícil, que está deprimido,
que está de duelo por una pérdida irreparable. En ese momento puedes comenzar a respirar en el
dolor de tu amigo, conectando con su tristeza o desesperación y deseando que su sufrimiento

desaparezca. Luego, mientras exhalas, puedes enviarle alivio: alegría, atención, tranquilidad o lo que
consideres más adecuado.
Tal vez sales a la calle y ves a alguien abusando de un perro, golpeándolo, gritándole o tirando de
su correa. Puedes respirar el dolor que supones siente el perro y luego enviarle alivio. Podría ser el
deseo de que experimente bondad y seguridad e incluso un bonito y jugoso hueso. Asimismo, puedes
respirar lo que probablemente esté sintiendo el abusador: la furia y la confusión que causan tanta
crueldad. Inhala su ira y al exhalar envíale cualquier cosa que creas que pueda suavizar su corazón.
Puede ser que se sienta amado, que se sienta bien consigo mismo, que sienta más espacio en su mente
y más ternura en su corazón.
Tonglen es especialmente útil cuando entramos en conflicto con alguien y sentimos que aumenta
nuestro propio dolor y confusión. Digamos que entras en una habitación y alguien dice algo que no te
gusta o te mira de manera desagradable. Por lo general, es posible que te ofusques, que quedes en
blanco o te obsesiones con la venganza, o lo que sea que hagas cuando no quieres lidiar con
sentimientos dolorosos. Con tonglen, sin embargo, puedes trabajar con las emociones en ese mismo
momento. Quizás estás sintiendo miedo. Entonces, puedes abrirte completamente a él —siente su
olor, su textura, la tensión en tu cuerpo— e inhalar todo. Mientras continúas inhalando el miedo,
puedes abrirte para incluir a todos los que tienen miedo en cualquier parte. Incluso puedes ampliar tu
límite e incluir a la persona que provocó tu miedo, con el deseo de que él o ella esté libre de
sufrimiento. Luego, al exhalar, puedes enviar una aspiración para que todos los seres que sienten
miedo, incluido tú, se liberen de él.
Justo en ese momento, eres dueño por completo de tus sentimientos. En lugar de alejar las
emociones, estás completamente en contacto con ellas. Esto no significa que estés centrado en ti
mismo, atrapado en tu propia angustia. Estás lejos de eso. Tonglen nos pone en contacto con todos
los demás que son como nosotros, que sienten como nosotros. Todos experimentamos dolor y placer.
Todos tendemos hacia lo que es cómodo y tenemos aversión hacia lo que no lo es.
A menudo las personas me preguntan, “¿Pero cómo sé que otras personas sienten lo mismo que
yo?” Creo que es seguro decir que casi no sentimos nada que millones de otras personas no sientan o
que no hayan sentido en algún momento. Nuestras historias son diferentes, pero cuando se trata de
dolor y placer y nuestras reacciones ante ellos, las personas somos iguales en todas partes.
Tonglen va contra la corriente en cuanto a la forma en que usualmente lidiamos con el mundo:
queriendo la vida en nuestros propios términos, queriendo que las cosas funcionen para nuestro
propio beneficio, sin importar lo que le pase a los demás. La práctica comienza a derribar las paredes
que hemos construido a nuestro alrededor, comienza a liberarnos de la prisión del yo. Cuando este
escudo protector comienza a separarse, sentimos el deseo muy natural de alcanzarlo. Las personas
necesitan ayuda, y podemos proporcionarla de manera literal y a nivel de aspiración para su bienestar.

Tonglen revierte la lógica habitual de evitar el sufrimiento y buscar el placer. En la medida en que
podamos abrirnos a nuestro propio dolor, podremos abrirnos al dolor de los demás. En la medida en
que podamos estar presentes con nuestro propio dolor, podremos estar con quien lo esté provocando.
Llegamos a ver el dolor como algo que puede transformarnos, no como algo de lo que queremos
escapar a toda costa. En la medida que practiquemos tonglen, crecerá nuestra compasión. Seremos
cada vez más capaces de estar ahí para otros, incluso en las situaciones que solían parecer imposibles.
Habrá momentos en que simplemente no podremos hacer la práctica. Puede ser cuando nos
confrontamos nuestro propio sufrimiento o el de otra persona y no podemos enfrentarlo. O quizás no
tengamos problemas para relacionarnos con el dolor, pero no podemos enviar alivio. O la situación
puede ser tan abrumadora que nos impide pensar en alguna forma de alivio que impacte lo que
estamos presenciando o sintiendo. Sin embargo, cualquiera que sea la razón por la que no podemos
hacer tonglen, no debe ser motivo de autocrítica o desesperación. La vida está llena de oportunidades
para que lo intentemos de nuevo.
La resistencia de cualquier tipo apunta a la importancia de darle sentido de amplitud a esta práctica.
Una forma de hacerlo es imaginar que estás respirando en un espacio tan vasto como el cielo. Si sientes
que tu cuerpo es ilimitado, transparente y lo suficientemente grande como para acomodar cualquier
cantidad de sufrimiento, puedes inhalar sabiendo que no hay ningún lugar donde el dolor se obstruya.
Luego, mientras exhalas, envías la misma sensación de apertura y libertad, la sensación de que hay
mucho espacio, espacio ilimitado, suficiente como para acomodar cualquier cosa —miseria, deleite—
toda la gama de emociones humanas.

 

Pema Chodron
Living Beautifully: with Uncertainty and Change
Fragmento: Cap. 7
Boston & London, Shambhala, 2012

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