El proceso de limpieza, el proceso de purificación del que he hablado, tiene lugar en la
mente. Pero también descubrirás que necesitas eliminar algunos viejos residuos que se han
acumulado en el cuerpo debido a nuestras respuestas mentales.
Imagina que una persona ha vivido en una habitación durante los últimos veinte o
treinta años y que nunca se ha molestado en limpiarla. Todaslas sobras de comida, toda la ropa
sucia, toda la basura que se han estado acumulando ahora llegan hasta el techo. Tratar de vivir
entre esa basura es extremadamente desagradable. Pero el habitante de la habitación ni
siquiera se da cuenta de esta incomodidad, hasta que un día llega un amigo y le dice: “¿Por qué
no limpias?” Juntos limpian un pequeño rincón, y entonces nuestra persona imaginaria
descubre que es mucho más cómodo y fácil vivir en ese rincón limpio. Luego comienza a limpiar
toda la habitación hasta que finalmente puede mirar por la ventana, disfrutar de una mejor
vista y además disponer del espacio suficiente para moverse. Sintiéndose más cómoda, la
persona puede usar su mente con mayor libertad sin tener que soportar la incomodidad
corporal.
La casa en la que vivimos es nuestro cuerpo. No importa cuántas veces nos mudemos
de una ciudad al campo, de un apartamento a una casa, de una casa a una habitación, o incluso
de un país a otro. Llevaremos este cuerpo con nosotros hasta que se deteriore por completo,
se descomponga y se convierta en un montón de huesos, para después transformarse en
simple polvo. Hasta que eso suceda, lo llevaremos con nosotros a donde quiera que vayamos.
Esta casa es la que debemos hacer un poco más espaciosa y cómoda.
La acumulación de obstáculos y bloqueos mentales se ha ido acumulando debido a
nuestras respuestas emocionales. La mente las ha puesto ahí; por tanto, la mente también
puede eliminarlas. Durante el proceso de la meditación esto quiere decir “identificar la
emoción, no reaccionar y, por último, soltar”.
La segunda característica de la práctica de la meditación es la “no reacción”. Éste es un
aspecto muy importante para poder alcanzar la paz y la armonía internas, de lo contrario
nuestras reacciones siempre serán similares a olas cuyos vaivenes nos perturban, y eso no nos
permitirá ver el camino con claridad porque seguirá estando oscuro. Podremos escuchar sobre
el camino, podremos hacernos una idea de lo que significa, pero nunca lo veremos por nosotros
mismos porque ver significa “ver hacia adentro”, es decir, experimentar una visión interna.
Dicha visión interna está siendo obstaculizada por nuestras reacciones o respuestas
emocionales.
Cuando observamos nuestras emociones y sensaciones durante la meditación, no
tenemosla necesidad y, en general, tampoco la tendencia a reaccionar. Por lo tanto, es posible
abstenerse de reaccionar. ¡En verdad estamos haciendo exactamente eso! Tenemos la
capacidad de vivir nuestra vida diaria sin reaccionar. Cualquier emoción que aparezca, podemos
verla como un simple sentimiento que ha surgido y que pasará. Si aprendemos a hacer esto
con nuestra práctica de meditación, estaremos aprendiendo una de las lecciones más valiosas
que existen sobre cómo controlarnos a nosotros mismos.
Es un error muy común pensar que como estamos vivos, ya sabemos cómo vivir. Éste
es uno de los pensamientos absurdos de los seres humanos. Vivir la vida se hace con habilidad,
y la mayoría de las personas tienen serias fallas en esta habilidad al menos una o dos veces en
sus vidas. Las llaman tragedias o “mis” problemas. Esto más bien demuestra que no han
perfeccionado su habilidad para vivir.
Igual de importante es el tercer aspecto de nuestra práctica de meditación: la
experiencia personal de la impermanencia. A menos que la hayamos interiorizado
completamente, la impermanencia seguirá siendo solo una palabra. Las palabras por sí solas
nunca podrán liberarnos, la experiencia directa es necesaria. El camino del Buda apunta hacia
la liberación, la libertad completa y total, y tiene que ser una experiencia personal. En la
meditación, la experiencia de la impermanencia es bastante directa: cuando prestas atención
a tu respiración, sabes que esa inhalación comenzó y luego se extinguió. Ya no es la misma
inhalación. La sensación surge y ya se ha ido. Después tendremos esta misma sensación en
otros puntos; en la diversidad de emociones y sensaciones que aparecen y que luego se van sin
que quede alguna de ellas. Un dolor en la pierna: aparece y desaparece. Las emociones vienen
y luego se van.
Si llegamos a adquirir un poco más de habilidad al meditar, la impermanencia de las
emociones se hace evidente, y también obtendremos cierta idea de la impermanencia de
nuestro cuerpo. Todo el mundo sabe esto, no hay ninguna persona en todo el mundo que no
sepa que su cuerpo y todos los demás cuerpos son impermanentes. Sin embargo, todos vivimos
como si fuéramos permanentes y sufrimos cuando nuestros cuerpos comienzan a ser
sometidos por la ley de la naturaleza como si fuese algo inesperado.
Éste obviamente es un pensamiento falso y no tiene mucho sentido, ¿o sí? Surge porque
nos negamos a ver la realidad. Nos gusta voltear hacia lo que es agradable, e intentamos culpar
a los demás de tenernos que enfrentar constantemente a lo desagradable. Algunas personas
llegan incluso a culpar al diablo. Realmente no importa a quién culpes, ya sea al vecino o al
diablo, la realidad de la vida es la impermanencia total, y tenemos que aceptarla y
experimentarla para poder vivir de acuerdo a ella.
Cuando aprendamos a interiorizar más profundamente, nos daremos cuenta de que
existe un movimiento constante en cada célula de nuestro cuerpo. Todos aprendimos esta ley
de la naturaleza en la escuela, quizá teníamos once o doce años cuando nos dijeron que todas
las células del cuerpo se renuevan cada siete años. Recuerdo claramente que traté de averiguar
si cada célula del cuerpo iba a desaparecer después de siete años y si obtendría en el proceso
todo un nuevo lote. Como eso no parecía factible, me rendí. No pude resolverlo. Ahora
podemos entender lo que realmente está sucediendo. Significa que después de siete años
todas las células se habrán deteriorado y se habrán renovado, en un movimiento constante.
Los científicos han demostrado que no existe un único y sólido bloque de construcción
en todo el universo. Todo lo que existe está compuesto por partículas de energía que se
mueven con tal rapidez, y que se unen y se deshacen que crean la ilusión de solidez. El Buda
dijo lo mismo hace 2500 años cuando se refirió a tales partículas, pero no necesitó de un
laboratorio para probarlo y demostrarlo. Él mismo lo experimentó como resultado de su
iluminación. Los científicos modernos ya saben toda esa información, pero me atrevo a afirmar
que no se han iluminado. Quizá sea porque lo aprendieron de manera teórica, dejando
completamente de lado la experiencia personal.
Nosotros mismos por nuestra cuenta podemos darnos cuenta de que no existe nada
sólido en ninguna parte. Incluso la lógica, simplemente la lógica intelectual, demuestra que si
hubiese algo sólido o estático no podría existir un ser humano, sino un cadáver. Pero eso es
solo intelectualizar, lo cual no es suficiente. Tiene que ser experimentado. Cuando lo percibes
directamente durante la experiencia meditativa, entonces lo sabes. Lo que sabes por
experiencia, nadie lo puede poner en duda. Incluso si todos en el mundo te dijesen: “No, eso
no es cierto, ¿por qué no crees que eres sólido? Toca tu cuerpo, es sólido, ¿no?”, no querrías
discutir sobre el asunto ni tampoco dejarte influenciar. Cuando las personas ponían en duda lo
que el Buda estaba enseñando, él no discutía. No estaba defendiendo un punto de vista,
hablaba de su propia experiencia.
Con una mayor concentración y una penetración más profunda notaremos
movimientos constantes en nosotros mismos. La mente se da cuenta de que si hay un
movimiento constante adentro también lo hay afuera, por tanto, ¿dónde se puede encontrar
alguna solidez? La mente puede pensar: “Si existe un movimiento constante, ¿dónde está el
‘yo’? Todas las emociones han cambiado, ninguna de las que aparecieron permanece. El cuerpo
está en movimiento, no existe nada a lo que pueda aferrarme. Los pensamientos van y vienen,
así que ¿dónde estoy yo?”. Entonces, por supuesto, las personas inventan algunas opciones
para poder encontrarse a sí mismas ahí, por ejemplo, un “yo superior”, una esencia, un alma, y
así sucesivamente. Pero si se investiga un poco más, todo eso también es una ilusión. La
impermanencia tiene que ser experimentada.
Otro aspecto de nuestra práctica es una de las técnicas de meditación que Buda
mencionó en su discurso sobre los fundamentos de la atención plena, la meditación sobre los
cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire. Esa sensación de solidez en el cuerpo es el
elemento tierra. También podemos sentir la solidez de los cojines de meditación en los que
estamos sentados. El elemento tierra está en todas partes. El elemento tierra también está en
el agua, de lo contrario no podríamos nadar o propulsar un barco sobre ella. El elemento tierra
también está en el aire, de lo contrario ni las aves ni los aviones podrían volar.
El elemento fuego, es decir, la temperatura, también está en todos lados. Podemos
sentirlo en nosotros mismos si nuestra atención se dirige hacia él. Por lo general, solo somos
conscientes del elemento fuego cuando tenemos mucho frío, mucho calor o cuando sentimos
fiebre. Pero la temperatura siempre está ahí, está presente en cada ser vivo y en toda la
materia.
Podemos sentir el elemento agua en nosotros en la sangre, en la saliva, en la orina. El
elemento agua también es la fuerza que une. Cuando tienes harina y quieres hacer masa, debes
agregar agua para mantenerla unida. El agua es un elemento unificador que se encuentra en
todo. Sin eso, todas esas células en constante movimiento simplemente se separarían. No
habría nadie sentado aquí si no tuviéramos ese elemento vinculante para mantenernos unidos.
Todo esto es muy interesante, ¿no? Pero es inútil a menos que sea experimentado.
Hasta entonces, es solo otro pasatiempo intelectual sobre el cual se puede discutir un rato con
los amigos. Sin embargo, cuando se experimenta, se convierte en una visión interna de cómo
son realmente las cosas. El conocimiento y la visión de las cosas “tal como realmente son” es
una descripción que con frecuencia utilizaba el Buda.
Podemos agregar el espacio como el quinto elemento. Hay espacios –aberturas– dentro
de nosotros, en la boca o en la nariz. El interior del cuerpo tiene espacios abiertos. El universo
es espacio. Si trasladamos este conocimiento a nosotros mismos y nos conectamos con el
hecho de que la igualdad se encuentra en todas partes, perderemos parte de nuestra técnica
de separación: “Esto es ‘mío’ y voy a cuidar de ‘mí’, el resto del mundo que se las arregle lo
mejor que pueda. Ojalá el resto de ellos vivan felices y por largo tiempo, pero prefiero que no
se acerquen demasiado a mí”. Cuando nos damos cuenta de que no somos más que partículas
de energía que se unen y se separan, nunca diferentes a los cinco elementos, entonces
podemos reflexionar ¿qué es este “yo” al que estamos protegiendo tan celosamente?, y ¿qué
es el resto del mundo que parece tan amenazante?
La meditación está orientada hacia la comprensión; adquirir una comprensión profunda
es el objetivo de la meditación budista. Las técnicas son las herramientas, que deben ser usadas
de la mejor manera posible. Todos usamoslas herramientas de formas diferentes. Cuanto más
hábiles nos volvemos con ellas, más rápido y más fácilmente obtendremos resultados. Pero
debemos poner total atención al uso de la herramienta, no al resultado. Solo entonces
desarrollaremos la habilidad y la facilidad de uso.
Arya Kshema
Being Nobody. Going Nowhere: Meditations on the Buddhist Path
Fragmento del capítulo 2
Wisdom Publications, 1987.