Buda enseñó a Rahula, su propio hijo que se hizo monje, que la Tierra puede recibir y transformar cualquier cosa que absorba. Si dejamos basura o residuos en la tierra, los recibirá sin ofensa ni repulsa. Si vertemos perfume, leche o agua de colonia en la tierra, ésta no se volverá orgullosa o arrogante. La Tierra puede cambiar lo que inicialmente parece la sustancia más repulsiva en bellas flores o verduras deliciosas en tan sólo unas semanas. Esta es la virtud de la Tierra: recibir cualquier cosa —fea o bonita— con ecuanimidad.Deberíamos practicar ser como la Tierra.
Algunas veces, incluso aquellas personas de las cuales estamos más cerca, vierten enfado, odio y malas percepciones en nosotros. Tal vez no podamos recibir y transformar el enfado, el odio y las malas percepciones que los demás nos vierten y retrocedemos. Pero si recordamos que somos ¡hijos o hijas de la Tierra, podemos aprender a ser como ella: fuertes, constantes, firmes.
Fíjese en la Madre Tierra y aprenda su manera de recibir y transformar cualquier cosa con ecuanimidad. Cada vez que sufra, piense en la Tierra y diga: «Tierra, sufro tanto; por favor, ayúdame a recibir esto».
No está separado de ella, es la Tierra misma. Cuando practica de este modo, sufre menos. Cuando aprendemos la práctica de la ecuanimidad de nuestra Madre Tierra, aprendemos a aceptarlo todo. No sufrimos, transformamos nuestro dolor, y en nuestro rostro tenemos una sonrisa amorosa para la persona que nos ha hecho daño.
Thay