Disposición, atención

La sabiduría es la disposición de la mente.

En el Sutra Prajña Paramita, la cuestión más importante es, desde ya, la idea de la vacuidad. Antes de comprender la idea de la vacuidad todo parece existir substancialmente. Pero después de que nos damos cuenta de la vacuidad de las cosas, todo se vuelve real, no substancial. Cuando nos damos cuenta de que todo lo que vemos es parte de la vacuidad, dejamos de tener apego a la existencia, nos damos cuenta de que todo es mera forma y color relativos. A la vez, comprendemos el verdadero significado de la existencia relativa. Cuando oímos decir por primera vez que todo es una existencia relativa, la mayoría nos sentimos contrariados. Pero esta contrariedad proviene de una noción equivocada del hombre y la naturaleza. Y esto se debe a que nuestra manera de observar las cosas está profundamente arraigada en nuestras ideas centradas en el propio ser, y por eso nos sentimos contrariados cuando descubrimos que todo tiene sólo una existencia relativa. Sin embargo, cuando nos damos cuenta cabal de esta verdad, no experimentamos ningún sufrimiento.

Este sutra dice: «El Bodhisattva Avalokiteshvara observa que todo es vacuidad, por eso él desecha todo sufrimiento». No fue después de comprender esta verdad cuando superó el sufrimiento: advertir esta realidad equivale de por sí a una remoción del sufrimiento. O sea que la comprensión de la verdad es la salvación misma. Decimos «advertir» o «comprender», pero la comprensión de la verdad está siempre al alcance de la mano. No es después de practicar el zazén  cuando  nos damos cuenta de la  verdad;  aún  antes de  practicarlo, la comprensión está en nosotros. La iluminación no se alcanza después de entender la verdad. Darse cuenta de la verdad es vivir, existir ahora y aquí. No es, pues, cuestión de comprensión o de práctica. Es un hecho esencial. En este sutra, Buda se refiere al hecho esencial que enfrentamos en todo momento. Esta cuestión es muy importante. Éste es el zazén de Bodhidharma. La iluminación está ahí aún antes de que lo practiquemos. Mas, por lo general, solemos comprender la práctica del zazén y la iluminación como dos cosas distintas: aquí está la práctica como un par de anteojos y, cuando ejercemos la práctica, que es como ponernos los anteojos, percibimos la iluminación. Ésta es la comprensión errónea. Los anteojos mismos son la iluminación y ponérselos es también la iluminación. Por lo tanto, hágase lo que se hiciere, o incluso si no se hace nada, la iluminación está ahí siempre. Así es como comprende la iluminación el Bodhidharma.

«Uno» no puede practicar el verdadero zazén porque es «uno» quien lo practica; si no es uno el que lo hace, entonces hay iluminación y verdadera práctica. Cuando uno lo hace, se crea cierta idea concreta de «tú» y «yo» y se crea también cierta idea particular de práctica o de zazén. De modo que aquí está uno, a la derecha, y allí el zazén, a la izquierda. Entonces el zazén y uno se vuelven dos cosas distintas. Cuando la combinación de la práctica y de uno es zazén, se trata de un zazén de rana. Para una rana, su posición sentada es zazén. Cuando una rana salta, eso no es zazén. Esta clase de entendimiento equivocado desaparece cuando realmente se comprende que la vacuidad significa que todo está siempre aquí. El ser completo no es la acumulación de todo. Es imposible dividir en partes una existencia entera. Está siempre aquí y siempre funcionando. Esto es la iluminación. Así, pues, en realidad no hay ninguna práctica en particular. En el sutra se dice «no hay ojos, ni oídos, ni nariz, ni lengua, ni cuerpo, ni mente…». Esta «no mente» es la mente zen, que lo incluye todo.

Lo importante en esa comprensión es saber observar bien y con libertad de pensamiento. Tenemos que pensar y observar las cosas sin estancarnos. Debemos aceptar sin dificultad las cosas tal cual son. Nuestra mente debe ser lo suficientemente flexible y receptiva como para comprender las cosas tal cual son. Cuando nuestro pensar es flexible, se denomina pensar imperturbable. Este modo de pensar es siempre estable. Se llama atención. El pensar que está dividido en muchas formas no es el verdadero pensar. Nuestro pensar ha de basarse en la concentración. Eso es atención. Tenga o no objeto, la mente debe mantenerse estable, no dividida. Eso es zazén.

No es necesario hacer un esfuerzo para pensar de cierta manera en particular. El pensar no debe ser unilateral. Simplemente, se piensa con toda la mente y se ven las cosas tal como son, sin esfuerzo alguno. Simplemente, hay que ver y estar preparado para ver las cosas con toda la mente. Eso es la práctica del zazén. Cuando estamos preparados para pensar no tenemos necesidad de hacer un esfuerzo para lograrlo. Esto se llama atención. La atención es al mismo tiempo sabiduría. Por sabiduría no se entiende una facultad o filosofía en particular. Sabiduría es la disposición y preparación de la mente. Así, pues, la sabiduría puede abarcar diversas  filosofías  y  enseñanzas  y  distintas  clases  de  investigación  y  estudios.  Pero  no debemos aferrarnos a cierta sabiduría en particular, por ejemplo, la que enseñaba Buda. La sabiduría no es algo que se aprende. La sabiduría es algo que proviene de la atención de cada uno. Por eso, lo relevante es estar dispuesto a observar las cosas y estar dispuesto a pensar. Esto se llama vacuidad de la mente. La vacuidad no es otra cosa que la práctica del zazén.

Mente Zen,Mente dPrincipiante

Shunryu  Suzuki

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