En la escuela zen original, el auténtico encuentro no consistía en encaramarse a un alto púlpito y exponer algunos puntos verbales. ¿Por qué? Por eso se dice que cuando los puntos verbales están ausentes, el hogar se halla a diez mil millas de distancia.
Lo que debes hacer es, simplemente, lanzarte a un precipicio, aceptando voluntariamente esa experiencia, y después de la aniquilación volver a nacer. Será imposible que te sientas decepcionado.
Por eso los sabios del pasado emplearon con habilidad las técnicas convenientes y expusieron gran número de métodos, establecidos sobre unas bases no permanentes. Al no ser permanentes, los métodos podían responder a infinidad de condiciones, igual que el sonido de una gran campana al ser golpeada, o como la luz de la Luna reflejándose sobre mil ríos. Se trata de una compasión incondicional que responde sensiblemente según el potencial de cada uno, un mensaje no-dual que se adapta a las diferentes facultades y naturaleza de la gente.
Aunque las enseñanzas tomen muchos caminos, la meta ideal es sólo una.
Hui-lin (1020-1099)