Cuando intentamos meditar es fácil virar inconscientemente hacia los extremos, como cuando nos tambaleamos al montar la bici por primera vez. Experimentamos uno de estos extremos cuando el cuerpo y la mente se encuentran demasiado energizados como para establecer las cualidades de tranquilidad y atención. Quizás estamos muy estimulados y excitados con la mente acelerada, interesada y alerta, y el cuerpo inquieto. Generalmente, esto surge porque algo nos asusta o nos excita. Comúnmente, nos encontramos alertas y agitados a causa de algún estímulo emocional fuerte.
Nos tambaleamos al otro extremo cuando nos relajamos como si nos encontráramos desplomados en un cómodo sillón un domingo por la tarde, con nuestros pies en alto y escuchando música o viendo televisión. No prestamos atención y nuestras mentes se adormecen y divagan, y nos encontramos enteramente relajados. Estamos conscientes sólo a medias, inatentos y sumidos en el letargo. Por lo general, la relajación es vista como una desconexión de nuestras funciones.
Desde la perspectiva budista, la meta de la meditación es encontrar el estado de cuerpo y mente donde ambos elementos, el relajamiento y la energía, se maximizan y se equilibran entre sí. Es un principio del budismo que la mente se torna cada vez más alerta y, por igual, más serena cuando aprendemos a calmarla y observamos profundamente su naturaleza. Este principio lo confirmamos cuando investigamos la mente y armonizamos intensamente la atención con la realidad del presente. En breve, en cuanto más claramente observamos la realidad, más reconocemos que la naturaleza inherente de la mente es de estar simultáneamente atenta y tranquila. Ambas cualidades no se ocluyen, sino que pueden existir de forma conjunta.
Pensar que podemos encontrarnos alertas y relajados a la vez quizás va en contra de nuestro sentido común y nuestra experiencia habitual, y sentimos que estas cualidades son mutuamente exclusivas. Pero cuando prestamos atención y observamos muy de cerca la naturaleza fundamental del cuerpo y de la mente nos damos cuenta de que la mente puede encontrarse plenamente alerta y atenta, y a la vez serena y en paz.
AJAHN AMARO