Fluir en el Dharma

En el Dharma no hay milagros, no hay magia, todo surge a medida que se generan las condiciones. Por eso es que el Buda no podía iluminar a nadie, por eso es que solo uno puede purificar su mente y liberarse del sufrimiento. Cada uno tiene la responsabilidad de investigar y estudiar las enseñanzas, de ver como se aplican en su vida diaria y el compromiso con el que se dedica a la práctica.
Por ejemplo, no es lo mismo leer sobre la impermanencia y sentirnos conformes con la lectura, que investigar sobre la impermanencia, que experimentar la impermanencia a lo largo de nuestro día, que ver como todo lo que experimentamos surge y cesa, como toda la realidad que percibimos esta cambiando constantemente, como cambian nuestras emociones, como cambian nuestros pensamientos.
El Dharma es algo experiencial, no un asunto filosófico, cuanto mas contemplamos la impermanencia, mas entendemos como opera esa realidad y menos nos aferramos a las cosas.
Esto puede ser aplicado con todas las enseñanzas, cuando vemos la primera noble verdad del sufrimiento, podemos tomar consciencia como hemos dirigido nuestra vida a una constante insatisfacción, y de este modo empezar a modificar el curso que le hemos dado.

En este sentido, cada persona tiene el rol de integrar las enseñanzas y aplicarlas diariamente. Cuanto mas practicamos, mas hábiles nos volvemos, hasta que llega un punto en que la práctica surge naturalmente.
Por lo tanto la práctica del Dharma, la purificación de la mente, el abandono del sufrimiento, no tiene que ver con tiempo, sino con aplicar los métodos correctos para trabajar con las raíces de nuestro sufrimiento.
A su vez, es una constante evaluación de nuestra propia experiencia, dado que si convertimos el desarrollo espiritual en una batalla interna contra nuestras emociones, nos veremos envuelto en un caos, en tensión, en tristeza.

La purificación de la mente, es un trabajo que surge de contemplar los beneficios de una mente apacible y clara, pero no por un intento de convertirnos en otra cosa, en un afán de quitarnos cosas, o agregarnos cosas.
Barrer el polvo de una casa es simplemente tomar el instrumento apropiado y aplicarlo habitualmente hasta barrer el polvo, pero usted no se pone a luchar con el polvo, no compite a ver quien elimina el polvo mas rápido, reconoce el polvo como polvo y simplemente lo barre.
Lo mismo ocurre con el dharma, cada enseñanza es una herramienta, es un método como la escoba que barre el polvo.

-Nahuel Antu –

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