Echemos un vistazo dentro del nacimiento de una nube. Ustedes pueden visualizar el calor, ver el vapor, y ver la transformación de la nube en el cielo. Ustedes saben de dónde ha venido la nube. Podemos entender las condiciones que han ayudado a la nube a manifestarse en el cielo. Nuestra observación y nuestra práctica de mirar profundo puede ayudar. La ciencia nos informa también sobre una nube, su viaje y su aventura.
Si ustedes fueran a amar a una de ellas, con este discernimiento sabrían que la nube es impermanente. Si ustedes aman a un ser humano, pueden también saber que él o ella es impermanente. Si ustedes fuesen a devenir apegados a esa nube, tendrían que ser muy cuidadosos. Ustedes saben que, de acuerdo a la ley de la impermanencia, muy pronto la nube devendrá algo diferente. Puede que llegue a ser lluvia.
Ustedes pueden decirle a la nube: “Querida nube, sé que estás ahí y también sé que algún día morirás. Yo también debo morir. Tú devendrás algo diferente, una cosa diferente. Sé que continuarás tu viaje, así que tengo que mirar profundamente para reconocer tu continuidad y así no sufrir mucho.”
Si ustedes olvidan la enseñanza sobre la impermanencia y se apegan a la nube, cuando llegue el tiempo para la transformación de ella en lluvia, llorarán, “Oh mi querida nube, ya no estás más ahí. ¿Cómo podré sobrevivir sin ti?
Pero si practican el mirar profundo, pueden ver la nube en formas nuevas como el rocío o la lluvia. La lluvia sonríe, canta y cae llena de vida y belleza. Sin embargo, por vuestro olvido, ustedes no son capaces de reconocer la presencia de la nube en esta nueva manifestación. Están atrapados en el sufrimiento. Continúan llorando y llorando y mientras tanto la lluvia los está llamando, “¡Querido, querido, estoy aquí, reconóceme!”. Pero ustedes ignoran la lluvia mientras que todo el tiempo la lluvia es la continuación de la nube. De hecho, la lluvia es la nube misma.
Cuando ustedes miran a la nube, quizás quieran ser como ella, libre y flotando en el cielo. ¡Qué maravilloso sería ser una nube flotando en el cielo! Ustedes tendrían ese sentimiento de liberación. Cuando miran la lluvia cayendo, cantando y musicalizando, pueden también anhelar ser la lluvia. La lluvia nutre toda la vegetación y las vidas de innumerables seres.
¡Qué maravilloso es ser la lluvia!
¿Piensan que la lluvia y la nube son las mismas o diferentes? La nieve sobre el pico de la montaña es muy blanca, muy inmaculada, muy bella. Es tan encantadora que quizás a ustedes les pueda gustar verse como ella. Algunas veces cuando ustedes miran el agua fluyendo en el arroyo, ven la corriente tan cristalina, pura y bella, que les pudiera gustar ser como el agua, siempre fluyendo. La nube, la lluvia, la nieve y el agua, ¿son ellas cuatro diferentes cosas? ¿O son ellas verdaderamente la misma realidad compartiendo el mismo fundamento o base del ser?
-Thay-
Hermosa metáfora… y aquí me dejo transformada en letras… Saludos blogueros, Norma