La forma de mantenerse en el punto medio entre la indulgencia y la represión es reconocer lo que surge sin juzgarlo, dejando que los pensamientos simplemente se disuelvan; después volvemos a la apertura del momento presente. Esto es lo que hacemos durante la meditación:
surgen multitud de pensamientos, pero en lugar de suprimirlos u obsesionarnos con ellos, los reconocemos y los dejamos pasar, y a continuación volvemos a estar simplemente aquí. Como dice Sogyal Rinpoche:
«Llevamos nuestra mente de vuelta a casa.»
Después de cierto tiempo llegamos a relacionarnos meditativamente con las esperanzas y miedos de nuestra vida diaria. De repente, dejamos de luchar y nos relajamos. Dejamos de hablarnos a nosotros mismos y volvemos a la frescura del momento presente.
Y esto es algo que va evolucionando gradualmente, pacientemente, a lo largo del tiempo. ¿Cuánto dura este proceso? Yo diría que dura el resto de nuestra vida.
Pema Chödron