Los Cinco Agregados

Según el budismo el hombre se compone de cinco agregados: forma, sensaciones, percepciones, formaciones mentales y conciencia. Los Cinco Agregados contienen todo cuanto existe dentro y fuera de nosotros, en la naturaleza y en la sociedad.

La forma se refiere a nuestro cuerpo, incluyendo a nuestros cinco órganos  sensoriales  y  el  sistema  nervioso.  Para  practicar  el  ser conciente del cuerpo quizá te guste tenderte y relajarte totalmente. Deja  que  tu  cuerpo  descanse  y  toma  conciencia  de  tu  frente. “Inspirando, soy consciente de mi frente. Espirando, sonrío a mi frente.” Cada vez que inspiras se conciente de una parte del cuerpo, y cada vez que espires sonríele a esa parte del cuerpo.” Inspecciona a tu cuerpo a la  luz  de  la  consciencia    y  sonríe  a  cada  parte  de  tu  cuerpo  con compasión e interés. Cuando acabes de inspeccionarlo te sentirás de maravilla. Sólo tardarás media hora y tu cuerpo podrá descansar profundamente durante esos 30 minutos.

Toma conciencia de las posiciones de tu cuerpo (al permanecer de pie, sentarte,  andar,  tenderte)  y  de  sus  movimientos  (al  agacharte, estirarte, tomar una ducha, vestirte, comer, trabajar, etc).

Observa la naturaleza de la impermanencia y del interser de tu cuerpo.  Percibe  como  tu  cuerpo  carece  de  un  ente  permanente,  y dejarás de identificarte únicamente con él o de asignarle un “yo”. Percíbelo como una formación vacía de cualquier sustancia que pueda denominarse “yo”.

Al  observar  profundamente  el  cuerpo,  éste  deja  de  ser  un agregado del apego, y puedes vivir en libertad, sin sentirte ya prisionero del miedo.

El segundo agregado son las sensaciones. En nuestro interior fluye un río lleno de sensaciones, y cada gota de agua es una sensación. La meditación consiste en ser consciente de cada sensación. Reconócela, sonríele, obsérvala profundamente y abrázala con tu corazón. Así descubriremos la verdadera naturaleza de nuestras sensaciones y dejaremos de temerles. Sabemos que somos más que nuestras sensaciones, y somos capaces de abrazarlas y cuidar bien de ellas. Comprender una sensación es empezar a transformarla. Practicamos la respiración  consciente  centrando  la  atención  en  la  elevación  y  el descenso  del  abdomen,  observamos  profundamente  nuestras sensaciones y emociones e identificamos los alimentos que les han dado vida. Sabemos que si somos capaces de ofrecernos unos alimentos más sanos,   podemos   transformar   nuestras   sensaciones   y   emociones. Nuestras sensaciones son formaciones, impermanentes e insustanciales. Aprendemos a no identificarnos con ellas, a no adjudicarles un yo, a no morir por sus causa. Esta practica nos ayuda a cultivar la ausencia de miedo y nos libera del hábito de aferrarnos.

El tercer agregado son las percepciones. Hay en nosotros un río de percepciones. Las percepciones surgen, permanecen durante un período de tiempo y luego desaparecen. Al percibir algo solemos distorsionarlo, lo cual produce muchas sensaciones dolorosas. Nuestras percepciones a menudo son erróneas y sufrimos. Es muy útil observar profundamente la naturaleza de nuestras percepciones, sin estar demasiados seguros de nada. Cuando estamos demasiados seguros sufrimos.

Debemos observarlo profundamente todo para no sufrir y experimentar sensaciones problemáticas. Las percepciones son muy importantes para nuestro bienestar.

Nuestras percepciones están condicionadas por las numerosas aflicciones  que  están  presentes  en nosotros; ignorancia, deseo, ira, celos, miedo, la energía de los hábitos… Percibimos los fenómenos partiendo   de   la   base   de   que   ignoramos   la   naturaleza   de   la impermanencia y del interser. Todo sufrimiento nace de percepciones erróneas. La comprensión, fruto de la meditación, puede disolverlas y liberarlas. Debemos estar siempre atentos y no refugiarnos jamás en nuestras  percepciones.  El  Sutra  del  Diamante  nos  recuerda  “Donde quiera que hay percepción, hay engaño”. Deberíamos poder sustituir las percepciones por la verdadera visión, el verdadero conocimiento.

El Cuarto Agregado lo constituyen las formaciones mentales. Cualquier cosa hecha de otro elemento es una formación. Una flor es una formación hecha de luz solar, nubes, semillas, tierra, minerales, jardineros… El miedo es una formación, una formación mental. Las sensaciones y percepciones son formaciones mentales, pero son tan importantes que tienen sus propias categorías.  Existen cincuenta y una categorías de formaciones mentales (están presentes en el fondo del almacén de nuestra conciencia en forma de semillas).

Este cuarto agregado está formado por cuarenta y nueve de estas formaciones mentales (excluyendo las sensaciones y percepciones). Nuestra práctica consiste en ser conscientes de la manifestación y de la presencia de las formaciones mentales, y observarlas profundamente para  percibir  su  verdadera  naturaleza.  Al  saber  que  estás  son impermanentes y carecen de una sustancia real, no nos identificamos con ellas ni nos refugiamos en ellas. A través de la práctica diaria somos capaces de alimentar y desarrollar las formaciones mentales sanas y transformar las insanas. La libertad, la ausencia de miedo y la paz son el resultado de esta práctica.

El Quinto Agregado es la conciencia y contiene a todos los otros agregados y es la base de su existencia.

La  conciencia  es,  al  mismo  tiempo,  tanto  colectiva  como individual. La colectiva está constituida por la individual y la individual por la colectiva. A través de la práctica de consumir conscientemente, vigilar nuestros sentidos y observar profundamente, podemos llegar a transformar la conciencia. La práctica debería tener el objetivo de transformar tanto los aspectos individuales como colectivos de nuestra conciencia.  Para  que  esta  transformación  sea  posible  es  esencial practicar con una sangha.   Cuando transformamos las aflicciones de nuestro interior, la conciencia se convierte en sabiduría y brilla cerca y lejos mostrando el camino de la liberación tanto a los individuos como a la sociedad.

Estos Cinco Agregados inter-son. Cuando tengas una sensación dolorosa,   observa  tu  cuerpo,  tus  percepciones,  tus formaciones mentales y tu conciencia para ver que es lo que la ha causado.

Observa profundamente los cinco ríos que hay en ti y descubre cómo cada uno de ellos contiene los otros cuatro. Cada célula de tu cuerpo contiene todos los aspectos de ti mismo.  Cada agregado contiene a los otros cuatro. Contemplando a la luz del interser verás todas las cosas en una, y en una todas. No creas que la forma existe fuera de las sensaciones ni que las sensaciones existen fuera de la forma.

No son los Cinco Agregados los que nos hacen sufrir, sino la manera en que nos relacionamos con ellos (nuestro apego). Cuando observamos la naturaleza impermanente, carente de yo e interdependiente de todo cuanto existe, no sentimos aversión por la vida. En realidad este conocimiento nos ayuda a ver lo preciosa que es.

Un Buda es alguien que vive en paz, alegría y libertad, y que no teme ni se apega a nada. Si los Cinco Agregados regresan a sus fuentes, el yo deja de existir. Ver una cosa en todo significa disolver el apego a la falsa visión del yo. Disolver esta falsa visión es liberarse de cualquier forma de sufrimiento.

 

 

Thay.- El Corazón de las Enseñanzas de Buda

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