Los cinco principales impedimentos que dificultan la práctica de la meditación

1) kamacchanda: deseo sensorial;

El deseo sensorial o sensual se refiere a esa clase particular de querencia que busca la felicidad a través de los cinco sentidos de la visión, la audición, el olfato, el gusto y el tacto. Específicamente, excluye cualquier aspiración a la felicidad a través de sólo el sexto sentido de la mente.

En su forma extrema, el deseo sensorial es una obsesión por encontrar placer en cosas tales como la intimidad sexual, la buena comida o la música refinada. Pero también incluye el deseo de reemplazar las experiencias irritantes –o incluso dolorosas– de los cinco sentidos por experiencias agradables, es decir, el deseo de confort sensorial.

2) vyapada: malevolencia;

La malevolencia se refiere al deseo de castigar, dañar o destruir. Incluye el puro odio de una persona o, incluso, de una situación, y puede generar mucha energía que es tanto seductora como adictiva. A la vez, siempre aparece justificada, porque tal es su poder que corrompe fácilmente nuestra capacidad de juzgar de forma razonable. Además incluye la malevolencia hacia uno mismo, también conocida como culpa, que niega a uno mismo cualquier posibilidad de felicidad. En la meditación, la malevolencia puede aparecer como aversión hacia el propio objeto de meditación, rechazándolo, de modo que nuestra atención es forzada a vagar por otras partes.

3) thina-middha: pereza y apatía;

Pereza y apatía se refiere a esa pesadez corporal y tedio mental que nos hunde en la inercia invalidante y la depresión profunda. El Buddha lo comparó con estar encarcelado en una celda apretujada y oscura, sin la posibilidad de moverse libremente bajo el sol brillante del exterior. En la meditación, genera una atención débil e intermitente que, incluso, nos puede llevar a quedarnos dormidos ¡sin siquiera darnos cuenta!

4) uddacca-kukkucca: desasosiego y ansiedad;

Desasosiego, o inquietud, se refiere a la mente que es como un mono, siempre saltando de rama en rama, incapaz de permanecer mucho tiempo con alguna cosa. Es causado por el estado mental excesivamente crítico que no logra satisfacerse con las cosas tal como son y que, por eso, tiene que seguir su búsqueda en la esperanza de algo mejor, siempre un poco más allá.

El Buddha comparó la inquietud con ser un esclavo, continuamente saltando tras las órdenes de un amo tiránico que siempre exige la perfección y nunca permite un descanso.

La inquietud es superada con el desarrollo del contentamiento, que es el opuesto de la crítica excesiva. Uno aprende la simple alegría de satisfacerse con poco, en lugar de siempre estar queriendo más. Uno se siente agradecido por este momento, en lugar de contrastar sus deficiencias. Por ejemplo, en la meditación la inquietud es, a menudo, la impaciencia de pasar rápidamente al próximo estadio. Sin embargo, el progreso más rápido es alcanzado por aquellos que están satisfechos con el estadio en el que se encuentran ahora. Es la intensificación de ese contentamiento lo que madura el estadio siguiente. Por lo tanto, uno debe tener cuidado con el «deseo de progresar» y, en cambio, aprender cómo descansar en el contentamiento apreciativo. De esa manera, el «hacer» desaparece y florece la meditación.

La ansiedad, o remordimiento, se refiere a una clase específica de inquietud que es el efecto kámmico de nuestras malas acciones. La única manera de superar el remordimiento, la inquietud de una mala consciencia, es purificar la propia virtud y volverse bondadoso, sabio y moderado. Es prácticamente imposible que alguien inmoral o autoindulgente haga un gran progreso en la meditación.

5) vicikiccha: duda;

Duda se refiere a las cuestiones internas perturbadoras en el momento en que uno debe estar yendo silenciosamente más profundo. La duda puede cuestionar nuestra propia habilidad («¿puedo hacer esto?»), o el método («¿es esta la manera correcta?»), o, incluso, el significado («¿qué es esto?»). Debe recordarse que tales cuestiones son obstáculos para la meditación porque son preguntas en el momento equivocado y, por consiguiente, se vuelven una intrusión, oscureciendo nuestra claridad.

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