No existe el sueño…

Al margen de todo aquello que es físico y te rodea y sientes como parte de ti, hay una parte mental que te proporciona acceso a los acontecimientos espirituales que, paralelamente, ocurren en tu vida.

Los momentos de tránsito, entre uno y otro mundo, son fugaces pero perceptibles y el hecho de vivir a un tiempo en ambos ocasiona, a menudo, estados alterados en los que nuestra conciencia no es capaz de distinguir entre uno y otro lugar.

La causa es muy sencilla: nuestra mente acepta los estados físicos como algo “real” y “habitual”, pero rechaza los acontecimientos de nuestra vida espiritual porque no se adecúan a su modo de percepción. Nuestra mente es física y tangible. Su energía es perceptible y palpable y, como tal, forma parte de nuestro mundo físico, pero al mismo tiempo es el nexo de unión con nuestro espíritu y, con él, ha de aprender a adquirir nuevas experiencias y estados diferentes con los que aumentar su energía y su capacidad de creación.

La manera de asimilar esas experiencias es mantener nuestra mente abierta a cualquier percepción, sin desechar nada por el hecho de que no se ajuste a nuestro canon de pautas y normas. Cualquier cosa, cualquiera, puede formar parte indistintamente de uno y otro mundo y lo único que hemos de aprender es a ubicarlas, a reconocerlas, pero sin juzgar si son o no reales, o si son o no posibles.

Es el modo de aprendizaje de nuestra mente y es el modo de crecimiento de nuestro espíritu.

Es evidente que no resulta sencillo. Estamos acostumbrados a ver con nuestros ojos y a hablar con nuestra boca, a gesticular y a alimentarnos, a realizar una actividad, a descansar… Hechos materiales que contribuyen a nuestro desarrollo y son parte vital de nuestra experiencia. Pero al mismo tiempo hemos de admitir que poseemos otra capacidad de visión y de comunicación, de movimiento y de actuación, distinta y paralela a la que nos es conocida y tan importante como aquella para nuestra evolución y desarrollo. Si admitimos la existencia de esta parte, si convencemos a nuestra mente de su existencia, nuestra parte mental se abrirá y crecerá y sus posibilidades de evolución serán mucho mayores.

No debemos caer en el error de pensar que hay otra vida que acontece al margen de la nuestra. Está ahí. Tan presente como la que vivimos y unida a nuestro físico a través de nuestra mente. Lo que hemos de aprender es a vivir ambos mundos, pero sin intentar ver sus diferencias, creciendo en ellos sin elegir y viviendo a través de sus experiencias.

No existe el sueño…

 

-Lou-

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