Algunas personas practican la meditación sentándose durante media hora, cuarenta y cinco minutos o un período de tiempo más largo. Aquí solo te pido que tomes asiento durante dos o tres minutos. Después de eso, si descubres que ese tipo de meditación es demasiado agradable como para parar, puedes seguir tanto como quieras.
Si tienes un altar en casa, siéntate cerca de él. Si no es así, hazlo en un lugar apropiado, por ejemplo, frente a una ventana que de al exterior. Siéntate en un cojín con las piernas cómodamente cruzadas ante ti y las rodillas descansando en el suelo; se trata de una posición muy estable con tres puntos de apoyo (el asiento en el cojín y las dos rodillas). Firmemente asentado, relajado, puedes permanecer así un rato largo sin que se te entumezcan las piernas. Tal vez quieras probar con cojines de diferente grosor y anchura hasta encontrar el que mejor se ajuste a tu cuerpo.
Si así lo deseas, quema una varilla de incienso para propiciar una atmósfera sagrada. Sostén el incienso en las manos con serenidad y concentra todo tu ser en encenderlo y colocarlo en el incensario. Quema el incienso inmerso en la concentración y la plena consciencia. Todo tu ser está ahí, plenamente presente, mientras prendes el incienso.
Cuando te sientes, procura que tu espalda y cuello tracen una línea recta, pero no rígida o tensa. Centra tu atención en la respiración mientras fluye primero dentro, y después fuera, de tu vientre y de tu pecho.
– Al inspirar, siento que mi aliento se adentra en mi vientre y en mi pecho.
– Al espirar, siento que mi aliento sale de mi vientre y de mi pecho.
– Al inspirar, soy consciente de todo mi cuerpo.
– Al espirar, sonrío a todo mi cuerpo.
– Al inspirar, soy consciente de algunos dolores y tensiones en mi cuerpo.
– Al espirar, libero todos los dolores y tensiones de mi cuerpo.
– Al inspirar, me siento bien.
– Al espirar, me siento ligero.
Puedes practicar con esta estrofa muchas veces a lo largo del día, en el trabajo o en cualquier momento, para recuperar una sensación de amplitud, relajación y liviandad.
Thich Nhat Hanh
La paz está en tu interior