TÉCNICAS DE LA MEDITACIÓN

El objetivo central de la meditación es entrenar la atención a enfocarse en el momento presente. Es fácil olvidarnos de que la realidad existe únicamente en el aquí y ahora— en el presente. El pasado es una memoria y el futuro se desconoce, pero es aquí en el presente donde la vida toma lugar. Si nuestra mente divaga constantemente en un pasado y futuro imaginario nos perdemos mucho de lo que realmente es nuestra existencia.

La tradición budista enseña muchas técnicas de la meditación. La mayoría de ellas busca entrenar a la mente a prestarle atención al momento presente. Con ese fin podemos enfocarnos en una variedad de objetos que en el argot budista se denominan “objetos de meditación”. Existen palabras o frases que podemos repetir tales como un “mantra”. Podemos también visualizar una imagen— por ejemplo, algunas técnicas implican la visualización de un color o de una forma específica. De igual manera, podemos enfocar nuestra atención en las sensaciones físicas, notando las diferentes partes del cuerpo durante el período completo de meditación.

El objeto de meditación más común, accesible y útil en la meditación es probablemente el ritmo de la respiración. La meta de enfocarnos en un objeto es llevar la atención al momento presente. Si debemos recordar una palabra necesitamos utilizar la mente conceptual para recrearla. De igual forma, si nuestro objeto de meditación es visualizar una luz lo tenemos que crear con la mente. Pero con el sencillo acto de vivir el cuerpo genera la respiración y no es necesario crearlo con el fin de meditar. Además, la respiración no es un objeto que llame la atención como lo es una revista o una emocionante novela de espionaje. Las revistas y las novelas sostienen
la atención pero es una atención dispersa que se interesa en las imágenes, la trama y el cambio de página. Este tipo de atención no conduce hacia la paz.

La respiración es un objeto sencillo y tranquilizante. No es llamativa como lo es un anuncio o una absorbente pieza musical, así que debemos esforzarnos por atenderla. Requiere que el meditador abra su corazón hacia ella porque no es muy fascinante. La respiración es aburrida como las películas del artista Andy Warhol, que mostraban a personas durmiendo durante ocho horas y que no interesarían a la mayoría de la gente. Cuando observamos la respiración podríamos pensar: “Oh, este objeto es poco apasionante”. Pero el sencillo esfuerzo de atender a algo tan simple, común, familiar y sereno nos ayuda enormemente a cultivar la cualidad de agudeza de atención al momento presente— tanto durante la meditación como en nuestro diario vivir.

Entrenándonos a atender a algo tan tranquilo nos ayuda a no recaer en el mal hábito de prestar atención únicamente cuando nos encontramos asustados, excitados, estimulados, deseosos o irritados. Cuando algo no es fascinante o interesante generalmente nos distraemos con la imaginación y evocamos mundos de ensueño pero cuando nos enfocamos en la respiración, utilizando esa sensación simple y natural como objeto para anclar nuestra atención, una combinación de simplicidad y serenidad penetra nuestra mente. Con el tiempo y la práctica podemos adoptar un proceso menos forzado y rígido pero los principiantes en la meditación deben tomar la atención conscientemente y situarla en la respiración. Previo a comenzar una sesión de meditación es útil enunciar nuestra intención de enfocarnos en la respiración— por ejemplo, nos podemos decir a nosotros mismos:

“Ahora que he asentado mi cuerpo y tengo bien establecida mi postura, voy a dedicar la próxima media hora a enfocar mi atención en la respiración”.

Ajahn Amaro

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