¿Acaso Absolutamente Todo es Sufrimiento?

Si no somos cuidadosos en la manera de practicar, podemos tender a convertir las palabras de nuestro maestro en una doctrina o una ideología. Como Buda dijo que la Primera Noble Verdad es el sufrimiento, muchos buenos estudiantes de Buda utilizaron su habilidad para demostrar que todo cuanto existe en la Tierra es causa de sufrimiento. La teoría de las Tres Clases de Sufrimiento fue un intento de demostrarlo.

Según esta teoría, la primera clase de sufrimiento es «el sufrimiento del sufrimiento» (dukkha dukkhata), el sufrimiento relacionado a las sensaciones desagradables, como las de un dolor de muelas, perder los estribos o sentir mucho frío en un día invernal. La segunda es «el sufrimiento de las cosas compuestas» (samskara dukkhata). Todo cuanto se reúne, un día acaba por separarse; por lo tanto, todas las cosas compuestas se describen como sufrimiento. Incluso cosas que todavía no han decaído, como las montañas, los ríos y el sol, se consideran sufrimiento, porque un día acabarán decayendo y causando sufrimiento. Pero si crees que todo lo compuesto provoca sufrimiento, ¿cómo puedes alegrarte? El tercero es «el sufrimiento relacionado con el cambio» (viparinama dukkhata). Puede que nuestro hígado ahora esté sano, pero al envejecer nos hará sufrir. Celebrar la alegría no tienen ningún sentido, porque tarde o temprano se transformará en sufrimiento. El sufrimiento es una nube negra que lo rodea todo. La alegría es una ilusión. Sólo el sufrimiento es real.

Durante más de dos mil años los estudiantes de budismo han declarado que Buda enseñó que todo aquello que es objeto de la percepción: los fenómenos físicos (una mesa, el sol, la luna) y fisiológicos, y los estados de la mente, tanto sanos como insanos o neutros, son causa de sufrimiento. Cien años después del fallecimiento de Buda los practicantes ya estaban repitiendo la fórmula: «Esto es sufrimiento. La vida es sufrimiento. Todo es sufrimiento». Creyeron que para obtener una visión de la Primera Noble Verdad debían repetir esta fórmula. Algunos comentaristas afirmaron que si no se repetía esta fórmula constantemente, no podían alcanzarse las Cuatro Nobles Verdades.

En la actualidad muchas personas invocan los nombres de Buda o realizan mecánicamente prácticas similares, creyendo que con ello obtendrán más visión y emancipación. Pero han quedado atrapadas en las formas, las palabras y las ideas, y no utilizan su inteligencia para recibir y practicar el Dharma. Puede ser peligroso practicar sin utilizar tu inteligencia, sin un maestro y unos amigos que puedan mostrarte la forma de practicar correctamente. Repetir una frase como «La vida es sufrimiento» puede que te ayude a darte cuenta cuando estás a punto de apegarte a algo, pero no puede ayudarte a comprender la verdadera naturaleza del sufrimiento ni revelarte la senda que Buda nos mostró.
El diálogo siguiente se repite en muchos sutras:

—Monjes, ¿las cosas condicionadas son permanentes o impermanentes?
—Son impermanentes, «Venerado por todo el mundo».
—Si las cosas son impermanentes ¿son causa de sufrimiento o de bienestar?
—De sufrimiento, «Venerado por todo el mundo».
—Si las cosas son causa de sufrimiento ¿podemos afirmar que tengan un yo o formen parte de él?
—No, «Venerado por todo el mundo».
Al leer estas líneas podemos pensar que Buda está ofreciendo una teoría — «Todas las cosas son causa de sufrimiento»— que tenemos que demostrar en nuestra vida diaria. Pero en otros pasajes de los mismos sutras,
Buda dice que sólo desea que reconozcamos el sufrimiento cuando esté presente y que reconozcamos la alegría cuando aquél esté ausente. Cuando finalmente se escribieron los sermones de Buda, ya se practicaba ampliamente la idea de considerar que todas las cosas eran una fuente de sufrimiento, ya que el pasaje anterior aparece con más frecuencia que la enseñanza de identificar el sufrimiento y la senda que pone fin a éste.

El razonamiento: «Lo impermanente implica sufrimiento y ayoidad», es ilógico. Naturalmente, si creemos que algo es permanente o tiene un yo, quizá suframos al descubrir que es impermanente y carece de un yo separado. Pero en muchos textos el sufrimiento se considera como uno de los Tres Sellos del Dharma, junto con la impermanencia y la ayoidad. Se dice que todas las enseñanzas de Buda llevan los Tres Sellos del Dharma. Colocar el sufrimiento al mismo nivel que la impermanencia y la ayoidad es un error.

La impermanencia y la ayoidad son «universales». Son una «característica» de todas las cosas, pero el sufrimiento no. No es difícil ver que una mesa es impermanente y carece de un yo separado de los elementos-no-mesa, como la madera, la lluvia, el sol, el ebanista, etcétera. Pero ¿causa sufrimiento? Una mesa sólo nos hará sufrir si le atribuimos la cualidad de permanente o de un yo separado. Cuando nos apegamos a una determinada mesa no es ésta la que nos hace sufrir, sino nuestro apego. Podemos estar de acuerdo en que la ira es impermanente, que carece de un yo separado y está llena de sufrimiento, pero suena extraño decir que una mesa o una flor están llenas de sufrimiento. Buda enseñó la impermanencia y la ayoidad para ayudarnos a no quedar atrapados en los signos.

La teoría de las Tres Clases de Sufrimiento es un intento de justificar la universalidad del sufrimiento. Pero en la vida, ¿dónde podemos encontrar alegría? Podemos hallarla en el nirvana. En varios sutras Buda enseñó que el nirvana, la alegría que surge de la extinción de todas nuestras ideas y conceptos, en lugar de producir sufrimiento es uno de los Tres Sellos del Dharma.

En el Samyukta Agama de la transmisión del Norte se afirma cuatro veces. En otro sutra, aparece una cita en la que Nagaryuna incluye el nirvana como uno de los Tres Sellos del Dharma.Para mí es mucho más fácil imaginar un estado en el que no existan los obstáculos creados por los conceptos que verlo todo como sufrimiento. Espero que los eruditos y los practicantes empiecen a aceptar la enseñanza de que todas las cosas llevan la marca de la impermanencia, la ayoidad y el nirvana, y que no se esfuercen demasiado en demostrar que todo es sufrimiento.

Otro error común en la interpretación de las enseñanzas de Buda es que nuestro sufrimiento está causado por algún intenso deseo. En el Sermón sobre la puesta en movimiento de la Rueda del Dharma, Buda afirmó que el deseo era la causa del sufrimiento, pero lo dijo porque éste encabezaba la lista de las aflicciones (kleshas). Si utilizamos nuestra inteligencia podemos comprobar que el deseo puede ser causa de dolor, pero otras aflicciones como la ira, la ignorancia, la desconfianza, la arrogancia y las visiones erróneas pueden también causar dolor y sufrimiento. La ignorancia, que origina las percepciones erróneas, es responsable de gran parte de nuestro dolor. Para hacer que los sutras fueran más cortos y fáciles de
memorizar, el primer elemento de una lista solía representarla toda. Por ejemplo, la palabra «ojos» se utiliza en muchos sutras para representar los seis órganos sensoriales, y la palabra «forma» se utiliza a menudo para representar los Cinco Agregados (skandhas).

Si practicamos identificando las causas de nuestro sufrimiento, descubriremos que en algunas ocasiones se debe al deseo y en otras a otros factores. Decir «La vida es sufrimiento» es generalizar demasiado. Decir que el deseo es la causa de nuestro sufrimiento es demasiado simplista. Debemos decir: «La base de este sufrimiento es esta o aquella aflicción», y después llamarla por su verdadero nombre. Si tenemos dolor de barriga, debemos llamarlo dolor de barriga. Si se trata de un dolor de cabeza, debemos llamarlo dolor de cabeza. De lo contrario, ¿cómo será posible descubrir la causa de nuestro sufrimiento y el modo de curarnos?

Es cierto que Buda enseñó la verdad del sufrimiento, pero también enseñó la verdad de «ver felizmente las cosas tal como son» (drishta dharma sukha viharin).Para tener éxito en la práctica debemos dejar de intentar demostrar que todo es fuente de sufrimiento. En realidad, debemos dejar de intentar demostrar nada. Si comprendemos la verdad del sufrimiento al ser conscientes de él, seremos capaces de reconocer e identificar nuestro sufrimiento en concreto, sus causas específicas, y la forma de disolverlas y poner fin a nuestro sufrimiento.

Extracto de El corazón de las enseñanzas de Buda de Thich Nhat Hanh

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