Cuando el aquietamiento y la percepción carecen de entradas, se utilizan el olvido y la distracción como puertas. Cuando el olvido y la distracción carecen de base, la claridad y la calma se convierten en fuentes.
Aquellos que constantemente recorren el camino usan hábilmente el fuego del aquietamiento y la percepción para abrasar las impurezas del olvido y la distracción. Una vez finalizada la purificación, la esencia del aquietamiento y de la percepción se transforma en concentración y percepción interior.
De ahí que los sabios puedan remover cielo y tierra sin llegar a alterarse; tal es el poder de la concentración.
Aunque investiguen a fondo todas las cosas nunca llegan a confundirse; tal es la eficacia de la percepción interior.
En las personas corrientes la claridad y la calma se transforman en olvido y distracción, mientras que en los sabios el olvido y la distracción se transforman en concentración y percepción interior.
Tzu-po (1543–1604)