Hay una breve poesía que sugiero aprender de memoria como ayuda a la práctica de respirar en plena
conciencia. Mientras practiques la plena conciencia en la meditación sentada o en la marcha meditativa,
puedes utilizar estas palabras:
Inspiro, espiro,
profundo, lento.
Calma, relax
sonrío, dejo ir.
Momento presente, momento maravilloso.
Las dos primeras palabras (inspiro, espiro) significan: «Inspirando sé que estoy inspirando; espirando sé que estoy espirando». Cuando inspiras te concentras en una sola cosa: tu inspiración. Apartas la mente de todo lo demás y te concentras exclusivamente en tu inspiración. De la misma forma, después te concentras en tu espiración. Este es el primer ejercicio, puedes seguir repitiendo mentalmente las palabras «inspiro, espiro» para ayudarte a permanecer con tu inspiración y espiración a lo largo de toda su duración.
No apartes la mente de tu respiración dejándola que se vaya a otra parte: «Inspirando, sé… ah se me olvidó apagar la luz de mi habitación». Esto no es concentración: tu mente salta de una cosa a otra. Practica el permanecer con tu inspiración desde principio a fin, aunque dure solo 4 o 5 segundos. Todo el mundo puede estar totalmente con su propia inspiración durante ese tiempo. Cuando se practica la plena conciencia de la inspiración y de la espiración aunque sea un solo minuto, en ese minuto se deja de pensar. Es magnífico dejar de pensar y limitarse a ser. La mayor parte de nuestra actividad de pensamiento es un obstáculo para ser, porque cuando estamos ensimismados en los pensamientos no estamos presentes ni plenamente vivos y no podemos conectar con las maravillas de la vida. «Pienso, luego no soy»; «Pienso, luego me pierdo en los pensamientos». Perderse en los pensamientos es no ser.
Supongamos que te hayas en compañía de tu hijo o de tu hija, sonriente, bello o bella como una flor. Si estás absorto pensando en el pasado, el futuro, en tus proyectos, en tus dificultades y tus angustias, te pierdes en
tus pensamientos y no estás en contacto con tu hermoso hijo o tu bellísima hija porque no estás presente:
andas perdido en tus pensamientos. «No dejarse llevar por los pensamientos» significa estar en el aquí y en el ahora para poder encontrarnos con las maravillas que la vida nos ofrece (en este caso tu hijo, tu hija). Significa que eres accesible a ellos y que ellos te son accesibles.
Tan solo un ciclo de inspiración y espiración puede ayudarte a detener la habitual actividad del pensamiento y a regresar al aquí y al ahora. Cuando vuelves a la conciencia de la respiración, la mente se conecta inmediatamente con el cuerpo. En la vida cotidiana puede darse que el cuerpo esté allí presente, pero la mente en otra parte. Afortunadamente tenemos la respiración que establece un puente entre ellos: en el momento mismo en el que se regresa a la respiración y se respira en plena conciencia, mente y cuerpo vuelven a unirse. Es magnífico y es muy fácil. En poco tiempo (cinco segundos o diez como máximo) de repente se pasa de un estado de dispersión a un estado de conciencia y concentración. Puesto que la mente ha vuelto al cuerpo y estás verdaderamente presente, estás; y cuando tú estás hay también algo más: la vida y también la persona a la que amas.
Aunque estés conduciendo el automóvil, para estar verdaderamente presente puedes concentrarte en la inspiración y la espiración. Tu conducción es más segura cuando estas realmente allí, al volante, no en otra parte, perdido en preocupaciones y ansiedades. Cuando riegas las flores en el jardín, practica la plena conciencia de la respiración para estar plenamente presente y disfruta de las flores y de la acción de regarlas.
Después, cuando ya hayas aprendido a practicar la plena conciencia mientras conduces, friegas los platos o caminas de un edificio a otro, puedes invitar a tu familia a practicar también. Toda la familia se sienta en el
cuarto de estar y practica unida la plena conciencia de la respiración. No hace falta estar viendo la televisión: la familia entera puede sentarse y disfrutar de la presencia recíproca; el resultado será una sensación de unión y de paz. Es una práctica maravillosa; ¿por qué no compartirla también con los compañeros de trabajo? Puedes enseñarles a cuidar de su propia fatiga, de sus emociones fuertes, de su propio sufrimiento.
Ahora detente si quieres, deja de leer esta página y practica «inspiro, espiro» durante un minuto, dos, tres, hasta que estés realmente concentrado en tu inspiración y tu espiración. No intentes hacer algo, la inspiración se hará espontáneamente más profunda y la espiración se hará más lenta, más relajada, más regeneradora.
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