El sufrimiento, la infelicidad, la violencia y la guerra se incrementan cuando nos sobrepasa el odio e intentamos castigar e infligir sufrimiento en los demás. Actuamos así porque creemos que el resultado será sufrir menos, pero esto sólo conlleva que la otra parre quiera venganza. Este es el camino seguro hacia la destrucción. En nuestro interior, sabemos que es una actitud infantil, un comportamiento poco inteligente, pero aun así la mayoría actuamos de esta manera. Cuando sufrimos, culpamos a los demás o a un grupo.
Esperamos que si podemos castigarles y hacerles sufrir, nos sentiremos mejor y obtendremos algún alivio. Sabemos cuáles son los efectos desastrosos de este comportamiento, pero continuamos por este camino. El resultado es más infelicidad, más terrorismo, más violencia y más guerra.
Algunas veces, la gente no puede encontrar ninguna manera de resolver un problema con otra persona y está tentada a eliminar el problema eliminando a la otra persona. Querer que la otra persona se vaya, muera o desaparezca. Este deseo puede ser tan fuerte que lleve a matar. Matar a otra persona no es un acto de libertad sino de desespero y gran ignorancia; y no traerá la libertad o la paz.
Entrenémonos para actuar con comprensión correcta y con compasión y movernos hacia la dirección opuesta. Podemos vivir nuestra vida de manera que causemos un incremento de la paz en nuestra familia, escuela o sociedad. Ofreciendo una sonrisa calmada y gentil, un acto de paz. Mirar con ojos de compasión, dar pasos pacíficos son gestos de paz y no-violencia que podemos ofrecer cada día. Hablando pacíficamente, andando pacíficamente, pensando pacíficamente, la paz irradiará en rodas direcciones.
Thay