La respiración nos enseña a dejar fluir. Le proporciona suavidad a nuestra práctica, y a través de ella somos capaces de relajarnos y serenarnos. Concéntrate en ella, solo durante unos momentos, y observa si te ayuda a relajarte. Limítate a notar la sensación que te produce el aire que entra y sale.
Las instrucciones para la práctica de la meditación en postura sentada son muy sencillas: entras en la habitación de meditar, pones el reloj, estabilizas la mente todo lo posible, adoptas la postura adecuada y llevas la mente con suavidad a la respiración. Yo enseño a mis alumnos a comenzar con la respiración como objeto al que volver. La respiración se usa como objeto básico de la meditación por muchas razones; una de las más importantes es que se trata de algo pasajero. Siempre está cambiando, fluyendo; nunca es estable. De este modo, más que concentrándote en algo estás sintiendo algo. Y también estás desarrollando la mente, entrenándola, para que sea capaz de estar presente en la fugacidad del momento, de los pensamientos, de las emociones, de las imágenes y de los sonidos, de todo aquello que no permanece estable.
Así, cuando te sientes, dirige la atención a la respiración. Cada vez que la atención se disperse, llévala de nuevo a la respiración, a su flujo de entrada y salida. No se trata de observar la respiración como un halcón; no se trata de concentrarse en ella, sino de sentirla para ser uno con ella. Permítete a ti mismo ser inspirado y espirado.
Una vez estaba enseñando a meditar a una muchacha, y cuando le estaba describiendo la idea de encontrar la unidad con la respiración, ella utilizó la palabra «permitir»: permitir que la respiración entre y salga. Creo que captó realmente la sensación de lo que hacemos con la respiración en la meditación, porque «permitir» implica una sensación muy suave, sin apego.
Para llevar esto un poco más lejos, puedes experimentar el hecho de concentrarte en la espiración y en el espacio que existe al final de esta antes de que comiences a inspirar.
Trungpa Rinpoche solía describir esta concentración como «mezclar la respiración con el espacio». Cuando el aire entra, puede que sientas una ligera pausa o vacío; en ese momento, dirige la atención a lo externo. Cuando espires, alarga esa espiración todo lo que puedas. Permite que el aire salga de modo ligero y relajado. Chogyam Trungpa Rinpoche enseñaba a practicar concentrándose en la espiración para hacer hincapié en la apertura al mundo y en abandonar toda nuestra obsesión. Mientras va saliendo el aire, puede que tengas la sensación de convertirte en parte del vasto y amplio espacio que te rodea. Es una sensación inmensa y tolerante.
A medida que trabajes con la respiración como objeto de la meditación, empezarás a sentir que el cuerpo y la mente se sincronizan. Ya no estás dividido. Puedes denominar a la práctica de meditación la «práctica de la conciencia abierta» o la «práctica del estado despierto natural». A medida que te adentres en ella, podrás relajar la atención en la respiración y permitirte a ti mismo morar serenamente en el espacio abierto del momento presente. ¿Qué significa sentarse y «estar presente»? Significa ser como el propio espacio y dejar que todo surja: la respiración, los pensamientos, las emociones, las sensaciones…
Pema Chödrön