La gran mente es algo que se expresa, no algo que se descifra. La gran mente es algo que se tiene, no algo que se busca.
Cuando más se comprende nuestro pensar, tanto mas difícil resulta hablar sobre la materia. El propósito de mi charla es dar una idea de nuestro camino, aunque, en realidad, no es algo sobre lo cual se puede hablar, sino algo que se practica. Lo mejor es practicar sin decir nada. Al hablar de nuestro camino, corremos el riesgo de ser mal comprendidos, porque el verdadero camino presenta siempre, por lo menos, dos aspectos, el negativo y el positivo. Cuando hablamos del negativo falta el positivo y, cuando hablamos del positivo, falta el negativo. No se puede hablar de un modo positivo y negativo al mismo tiempo. Por eso uno no sabe qué decir. Es casi imposible hablar sobre el budismo. Por lo tanto, lo mejor es no decir nada y simplemente practicarlo. Señalar con un dedo o dibujar un círculo quizás sea lo mejor, o tal vez simplemente inclinarse en reverencia.
Si comprendemos esta cuestión, entenderemos la forma de hablar sobre el budismo y gozaremos de perfecta comunicación. Hablar de algo es una de las prácticas, y escuchar la charla es también práctica. Cuando se practica el zazén, simplemente se practica zazén, sin ninguna idea de provecho propio. Cuando se habla de algo, simplemente se habla de algo, de su aspecto positivo o de su aspecto negativo solamente, sin tratar de expresar ninguna idea intelectual o unilateral. Y se escucha sin tratar de elaborar una comprensión intelectual, sin tratar de entender desde un punto de vista unilateral. Así es como hablamos sobre nuestra enseñanza y como escuchamos una charla.
El camino Soto tiene siempre un doble significado: uno positivo y otro negativo. Y nuestro camino es a la vez hinayanista y mahayanista. Yo siempre digo que nuestra práctica es muy hinayanista. En realidad, seguimos la práctica hínayana con un espíritu mahayana — práctica rígida y formal con mente libre—. Aunque nuestra práctica parece muy formal, nuestra mente no lo es. El hecho de practicar zazén todas las mañanas de la misma manera no es razón para que esa práctica se tilde de formal. La discriminación es lo que la hace formal o libre. Dentro de la práctica misma, lo formal o lo libre no existen. Si se tiene mente mahayana, algo que la gente suele calificar de formal es posible que para uno sea informal. Por eso decimos que cumplir con los preceptos al modo hinayana es quebrantarlos desde el punto de vista mahayana. Cuando se cumplen simplemente los preceptos al modo formal, se pierde el espíritu mahayana. Antes de llegar a comprender la cuestión, siempre se presenta el problema de si uno debe o no cumplir estrictamente los preceptos de nuestro camino, o de si deben o no importar los formalismos que tenemos. Mas, cuando se comprende plenamente el problema, éste deja de existir, porque cualquier cosa que se hace es práctica. Con mente mahayana, la práctica no es mahayana ni hinayana. Aunque parezca que se violan los preceptos, en realidad, se está cumpliendo con ellos en su verdadero sentido. La cuestión es que se tenga la gran mente o la pequeña mente. En suma, cuando todo lo que se hace se lleva a cabo sin pensar antes si está bien o mal y cuando se hace con plena mente y cuerpo, ése es nuestro camino.
Dogen-zenji ha dicho: «Cuando se le dice algo a alguien, es posible que esa persona no lo acepte, pero nunca se debe tratar de hacérselo comprender intelectualmente. No se ha de discutir. Simplemente, hay que escuchar las objeciones hasta que la persona encuentre por sí misma que hay algo en ellas que no está bien». Esto es muy interesante. Hay que tratar de no imponer las ideas de uno a la otra persona sino, más bien, examinarlas con ella. Si uno cree que ha ganado la discusión, esa actitud también es incorrecta. Se debe tratar de no salir ganando en la discusión. Hay que limitarse a escuchar. Asimismo, también está mal comportarse como si se hubiera perdido. Por lo general, cuando decimos algo tendemos a tratar de recomendar nuestra enseñanza o imponer nuestras ideas. Pero, entre estudiantes del Zen, no hay un propósito especial que lleve a hablar o escuchar. A veces se escucha, otras se habla. Eso es todo. Es como un saludo: «buenos días». Con este método de comunicación, podemos progresar por nuestro camino.
Tal vez sea mejor no decir nada, pero no hay necesidad de guardar silencio siempre. Cualquier cosa que se haga, inclusive no hacer nada, es parte de nuestra práctica. Es una expresión de la gran mente. La gran mente es algo que se expresa, no algo que se descifra. La gran mente es algo que se tiene, no algo que se busca. La gran mente es algo de lo cual se habla, algo que se expresa por medio de nuestra actividad o algo que se disfruta. De esta manera, se cumple con los preceptos y no hay hinayana ni mahayana. La práctica se convierte en un problema cuando uno intenta lograr algo mediante un sistema rígido y formalista. Pero cuando consideramos cualquier problema que tengamos como una expresión de la gran mente, deja ya de ser problema. A veces nuestro problema se debe a que la gran mente es muy complicada. Otras, la gran mente es demasiado simple como para descifrarla. Pero cuando uno trata de descifrar lo que es esa mente, porque pretende simplificarla, se crea un problema. Por lo tanto, el tener o no un problema en la vida depende de la actitud de la persona, de la propia comprensión. Dada la naturaleza doble o paradójica de la verdad, no debería haber ningún problema de comprensión cuando se tiene la gran mente mahayana. Ese tipo de mente se logra mediante el verdadero zazén.
Mente Zen,Mente de Principiante
Shunryu Suzuki