Todos nosotros podemos entender la impermanencia con nuestro intelecto, pero eso no es todavía el entendimiento verdadero. Nuestro intelecto solamente no nos guiará a la liberación. Él no nos guiará a la iluminación. Cuando nosotros estamos bien sólidos o fundamentados y concentrados podemos practicar el mirar profundo. Y cuando miramos profundamente y vemos la naturaleza de la impermanencia, podemos entonces concentrarnos en el discernimiento profundo. Así es cómo el discernimiento de la impermanencia deviene parte de nuestro ser. Él llega a ser nuestra experiencia diaria. Nosotros tenemos que mantener el discernimiento de la impermanencia para ser capaces de ver y vivir la impermanencia todo el tiempo. Si podemos usar la impermanencia como un objeto de nuestra meditación, alimentaremos el entendimiento de ella [la impermanencia] en tal forma que vivirá en nosotros cada día. Con esta práctica, la impermanencia llega a ser una llave que abre la puerta de la realidad.
Nosotros también no podemos develar el discernimiento en la impermanencia por sólo un momento y entonces cubrirlo y ver todo de nuevo como permanente. La mayoría de las veces nosotros actuamos con nuestros niños/hijos como si ellos fueran a estar para siempre en el hogar con nosotros. Nunca pensamos que en tres o cuatro años de tiempo nos dejarán para casarse y tener sus propias familias. Por lo tanto, no valoramos los momentos que nuestros hijos están con nosotros.
Conozco muchos padres cuyos hijos, cuando tienen dieciocho o diecinueve años de edad, dejan el hogar y viven por sí mismos. Los padres pierden sus hijos y se sienten apenados. Sin embargo, los padres no valoraron los momentos que habían estado con sus hijos. Lo mismo pasa con los esposos y esposas. Ustedes piensan que su esposo/a estará allí por toda vuestra vida, pero, ¿cómo pueden estar seguros? Verdaderamente no tenemos idea dónde nuestros padres estarán de aquí a veinte o treinta años o inclusive mañana mismo. Es muy importante recordar cada día la práctica de la impermanencia.
-Thay-