Tathagatagarba

La esencia de la budeidad, o lo que se llama naturaleza búdica (en sánscrito
tathagatagarba), es la unión de la sabiduría y la vacuidad, ya que contiene la semilla y el
potencial mismo de la budeidad. Esta naturaleza esencial reside en todos y cada uno de los
seres, está en el seno de todos nosotros, y es precisamente por eso que todos tenemos la
posibilidad de alcanzar la budeidad. Aunque esta esencia búdica está en todos, no es
perceptible ni manifiesta, pues está oculta por diversos pensamientos y emociones
mentales perturbadores que la bloquean y oscurecen.
Esta naturaleza búdica está presente en todos y cada uno de los seres, pero no siempre
se hace manifiesta. Esto se ejemplifica en el Uttara Tantra con la imagen de una flor de loto
que brota marchita y es desagradable a la vista. Sin embargo, dentro de ella hay una
pequeña y perfecta estatua de Buda. Al principio solo se aprecia el capullo poco atractivo
de esa flor. Sin embargo, cuando florece y se abre, puede verse la forma del Buda que
siempre ha estado allí. Del mismo modo, la naturaleza de Buda está en la mente de todos
los seres en toda su plenitud, aunque su resplandor y presencia estén ocultos.
Otro ejemplo expuesto en el Uttara Tantra es el de un panal de miel rodeado de todo un
enjambre de abejas. La miel es bastante dulce y apetitosa, pero mientras esté rodeada de
tantas abejas no se puede saborear esa dulzura. En este ejemplo se muestra nuevamente
que hay algo central que es la esencia misma, sin embargo, debido a estos enjambres de
abejas, que representan nuestros oscurecimientos e impurezas mentales, no se puede
acceder a lo que ha estado allí siempre.
El tercer ejemplo es el de los granos de arroz que tienen adherida todavía su cáscara más
gruesa y externa. Para obtener del arroz todo su valor nutritivo se tiene que quitar esta capa
más gruesa de la cáscara que lo envuelve. Aunque se descascarille o no, el grano de arroz
siempre está ahí, invariablemente. Pero,si se quiere obtener todo el valor nutritivo, hay que
quitar esta cáscara más gruesa e incomestible.
El ejemplo de la estatua del Buda dentro del loto nos muestra que todos los seres poseen
esta esencia búdica, pero está oculta por los deseos, apegos y diferentes implicaciones
mentales. Hay muchas aflicciones perturbadoras u oscurecimientos mentales diferentes. La
principal aflicción perturbadora (en sánscrito Klesha) es el apego y está representada por el
loto, porque cuando alguien encuentra algo que le atrae intensamente lo que desea es
involucrarse e implicarse en ello.
En un determinado momento, la flor de loto es muy hermosa y tiene una forma y un
color lindos que asociamos con la belleza y lo atractivo. En realidad, si uno lo piensa, el loto
sirve para poco, aparte de mostrar su belleza. Además, esta belleza va cambiando: un día es
muy hermoso, a los pocos días se marchita, se va debilitando y se pudre; toda su belleza
desaparece. Así es la naturaleza misma del deseo: en un momento dado las cosas parecen
muy atractivas, pero muy pronto uno se da cuenta que no son tan necesarias ni duraderas
como parecían.
Si tomamos el ejemplo del loto, cuando los pétalos de la flor se abren y se desprenden
entonces se puede ver la forma del Buda que siempre estuvo allí. Y pasa lo mismo con los
deseos, hasta que no se hayan eliminado no se puede percibir la naturaleza búdica que
todos los seres sintientes han llevado siempre en su interior.
El segundo ejemplo de la miel hace referencia a la presencia encubierta y obstructiva de
la segunda aflicción perturbadora que es la agresividad, o ira, y que está representada por
las abejas. La miel en sí misma es muy dulce y apetitosa. Es como la naturaleza de Buda, que
es muy útil y beneficiosa para todos. Sin embargo, alrededor de la miel están todas esas
abejas cuya naturaleza es todo lo contrario. Las abejas pican y son muy agresivas. Mientras
las abejas estén allí, la situación es muy difícil. Lo mismo sucede con la naturaleza de la
agresividad y la ira, que es también muy desagradable: punza y duele. La miel está allí desde
siempre, pero uno no puede alcanzarla porque las abejas están a su alrededor. Si se es capaz
de encontrar una manera de deshacerse gradualmente de las abejas, se podrá llegar a
alcanzar la miel. Del mismo modo, cuando se elimina la ira y la agresividad, se puede
desarrollar esta naturaleza de Buda que es verdaderamente beneficiosa.
El tercer ejemplo de los granos de arroz dentro de sus cáscaras se utiliza para hacer
referencia a la naturaleza de la tercera de las aflicciones perturbadoras principales, que es
la ignorancia o insensatez. La cáscara es muy resistente y difícil de separar del grano, lo que
la convierte en un buen ejemplo de la ignorancia, que también es densa, resistente y difícil
de eliminar. Esta ignorancia nos impide tener acceso a la naturaleza de Buda.
En términos generales, los seres vivos padecen muchísima ignorancia. Se supone que, en
comparación con los animales, los seres humanos son mucho más inteligentes y tienen más
sabiduría en muchos aspectos. Pero la sabiduría de los seres humanos está bastante
limitada. Por ejemplo, los humanos no podemos ver lo que está sucediendo más allá de las
paredes de esta habitación; no podemos ver lo que está sucediendo en el resto del mundo
en un modo real. El conocimiento está limitado al espacio de la habitación. Aunque los seres
humanos podamos ver físicamente a otras personas que están dentro de la habitación, no
tenemos ni idea, salvo vagos indicios, de lo que está sucediendo en el interior de estas
personas, ya que la percepción humana normal no llega tan lejos.
Aunque creamos que percibimos los pensamientos de los demás, es probable que nos
equivoquemos. Si estamos con un amigo, por ejemplo, y el amigo se va, empezamos a
pensar: “Me pregunto qué irá diciendo de mí,” y así desarrollamos toda una cadena de
pensamientos y nos convencemos a nosotros mismos que está diciendo cosas malas de
nosotros. A su regreso nos podemos hasta enemistar con él, solo porque hemos supuesto
equivocadamente que la otra persona alberga malas intenciones hacia nosotros. También
podemos pensar lo contrario, que un adversario no trae malas intenciones solo porque se
comporta con nosotros disimulando su hostilidad, algo que también puede causar muchos
problemas, sobre todo si el enemigo no desiste en su intención de hacernos daño. Es difícil
para nosotros ver las cosas como realmente son.
A medida que escuchamos las enseñanzas de Buda, vamos aprendiendo sobre la
naturaleza del deseo, de la aversión y todo eso. Lleva tiempo entender lo que realmente se
está enseñando. Sin embargo, aunque sepamos de los inconvenientes que conlleva el deseo,
debido a nuestros patrones de conducta habituales, pasa mucho tiempo antes de que
podamos actuar de modo coherente con nuestro conocimiento. Es muy difícil para nosotros
obtener una percepción rápida de los aspectos más profundos de la verdad, porque la
ignorancia ejerce una gran influencia sobre nosotros. Por eso se le compara con la cáscara
más gruesa de un grano de arroz, porque es resistente, dura y requiere mucho esfuerzo
llegar a eliminarla. Estos tres ejemplos nos muestran que la naturaleza de Buda es como una
preciada esencia o joya muy valiosa que está en nuestro interior, y que permanece oculta
por el deseo, la ira y la ignorancia. El Buda enseñó el Dharma para mostrarnos cómo tener
acceso a esta preciada naturaleza búdica.
Hay otro ejemplo en el Uttara Tantra que ilustra esto. Hay una estatua de oro muy valiosa
que hace siglos se cayó y quedó cubierta de tierra. Como nadie sabe que está allí,
generaciones y generaciones de personas han estado tirando su basura en ese lugar,
quedando la estatua cada vez más y más enterrada. Nadie se da cuenta de lo que hay
debajo.
Un día un hombre con clarividencia llega y ve esta preciada estatua dorada enterrada
bajo tierra. Entonces le dice a alguien: “¿Sabes que allí hay una estatua de oro muy valiosa
y hermosa que está enterrada bajo tierra? Todo lo que tienes hacer es desenterrarla,
limpiarla y este objeto tan extremadamente valioso será tuyo.” Alguien con sentido común
le haría caso al hombre, desenterraría la estatua, la limpiaría y se llevaría lo que ha estado
allí oculto durante tanto tiempo.
Este ejemplo es muy vívido: desde tiempos sin principio esta preciada naturaleza búdica
ha estado en el interior de todos los seres, pero ha quedado oculta por la suciedad de las
aflicciones contaminantes. Estas impurezas se acumulan debido a que no somos conscientes
de esta naturaleza tan preciada que está en nuestro interior. Pero entonces el Buda, que es
como el hombre con clarividencia, nos dice: “¿Sabes?, tienes la naturaleza búdica dentro de
ti. Todo lo que tienes que hacer es descubrirla y limpiarla para que se lleguen a manifestar
todas las cualidades excepcionales que tienes.”
Los que presten atención a las enseñanzas de Buda pueden descubrir aquello que,
incomparablemente, ha estado en nuestro interior siempre y que nunca hemos sabido que
estaba allí hasta que nos lo dijeron. Para que esa esencia sea revelada necesitamos meditar
en la verdad, en la esencia de los fenómenos: la forma en que las cosas realmente existen.
Si podemos hacer eso, eliminamos todos los engaños ilusorios y oscurecimientos impuros
que la han estado ocultando. Por eso meditamos en la esencia de todo, que es vacuidad.
Gracias a esta meditación descubriremos que esta vacuidad está compuesta de sabiduría y
claridad. A medida que vayamos acostumbrándonos a la vacuidad y la claridad, que es la
esencia universal o dharmata, iremos eliminando automáticamente todos los engaños
ilusorios que han estado bloqueando esa visión.
Una vez que percibimos la verdad de todo lo existente, los aspectos ilusorios ya no
pueden estar coexistiendo al mismo tiempo. Entonces, para despejar los oscurecimientos y
bloqueos que nos impiden percibir la naturaleza búdica, primero necesitamos saber sobre
la esencia de la vacuidad y la claridad. Y una vez que sabemos que existe, meditamos en ello
para acercarnos cada vez más a la naturaleza búdica.

 

Khenchen Thrangu Rinpoche
“La Naturaleza de Buda”
Los tres vehículos de la práctica budista
© Namo Buddha Publications

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