Si no comprendes lo que es la paz, nunca serás capaz de encontrarla.
Por ejemplo, suponte que tuvieras una lapicera muy cara que usualmente llevas en el bolsillo delantero derecho de tu camisa. Pero un día la pones en otro lugar y la olvidas. Más tarde cuando buscas la lapicera en su lugar habitual, no está allí. Te asustas. Piensas que la has perdido.
Te asustas debido a un entendimiento incorrecto. No ves la verdad del tema y por lo tanto sufres como resultado. Lo que sea que hagas, no puedes parar de lamentarte de haber perdido tan preciosa lapicera: “¡Qué vergüenza! ¡Gasté tanto dinero en ella y ahora se ha perdido!” Pero entonces recuerdas, “¡Ah, por supuesto!
¡Cuando fui a bañarme puse la lapicera en el bolsillo posterior de mi pantalón!” En el momento que recuerdas esto ya te sientes mejor, incluso aunque no has visto la lapicera todavía. No te preocupas más por ella. Y mientras vas paseando, deslizas tu mano sobre tu bolsillo posterior, y ahí está. Tu mente te estaba engañando todo el tiempo. La preocupación provino de tu ignorancia. Ahora, viendo tu lapicera de nuevo, estas fuera de duda, fuera de preocupación.
Este tipo de paz viene de percibir la causa del problema, la causa del sufrimiento. Tan pronto como recordaste que la lapicera estaba en tu bolsillo posterior, tu sufrimiento finalizó. Saber la verdad trae paz.
Ajahn Chah