Los Pensamientos y Los Sentimientos

Y ahora, la mente. Hacemos lo mismo con la mente: simplemente permitimos que se relaje. Por supuesto que no va a permanecer así todo el rato. ¡Ese es el problema! La mente irá de un lado para otro, dará brincos. Según la ciencia moderna hemos evolucionado a partir de los simios; quizás por esto poseemos una mente con hábitos de mono, saltando de aquí para allá constantemente. Por esta razón necesitamos emplear una técnica. ¿Qué tenemos que hacer? ¿Tenemos que decir: «Quieta, quieta, quieta”? Así no se aquietará. Si decimos: «No pienses tanto, para de pensar», no parará, ¿cierto?
¡Cuanto más lo intentas, peor es el resultado! Por esto la meditación resulta tan difícil:
porque si intentas parar tus pensamientos y tu tensión y no lo consigues; cuanto más lo intentas, más tenso te pones. Por eso tiene que haber un modo de conseguirlo y esta es la parte más importante, la lección principal: que no podemos esperar que pare diciendo «para de pensar». Simplemente tenemos que dejarla estar. No podemos desconectarla.
Podríamos decir que cuando los pensamientos y las emociones vienen, tenemos que aprender a dejar que vengan o dejar que se vayan. No podemos hacer otra cosa más que dejar que surjan, porque estas cosas están ahí, surgen; pero a continuación, si la seguimos, si les prestamos atención, nos dispersaremos, iremos de aquí para allá y entonces no habrá meditación. Así, ¿qué podemos hacer? Esa es la clave: cuando un pensamiento surge, permitimos que surja y también que se vaya, que desaparezca.
¿Cómo podemos conseguirlo? Simplemente lo dejamos estar; sólo hacemos una cosa:
no seguimos ese pensamiento.
El pensamiento surge, y permitimos que surja, pero a continuación no nos involucramos en él, ni lo seguimos. No decimos: «Este pensamiento no es bueno, no debería tener este pensamiento»; tampoco decimos: «¡Oh, este es un pensamiento muy bueno, es bueno tener este pensamiento!» Simplemente no decimos nada.

Es como si alguien entrara en una casa vacía: cuando alguien entra en una casa vacía, no hay nada que pueda llevarse ni nada que pueda alterar; simplemente entra y sale y no hay motivo de preocupación. Ese es el modo en que debemos reaccionar ante los pensamientos, simplemente los dejamos estar. Un pensamiento entra y sale y nosotros decimos: «Un pensamiento». Eso es todo. Los pensamientos llegan y se van; las emociones llegan y se van; no reaccionamos, simplemente dejamos que ocurra y nos relajamos. Nos relajamos en ese pensamiento, nos relajamos en esa emoción.
Simplemente estamos ahí, permanecemos en el momento presente. No tenemos que hacer nada al respecto. Simplemente estar ahí, estar presentes.

Si somos capaces de hacer esto, adquiriremos la confianza de tener el control de la situación. Nuestros pensamientos y emociones nos han controlado hasta ahora. Nuestros pensamientos, emociones y recuerdos nos han dominado por completo, no hemos tenido ningún control sobre ellos. Por esto sufrimos, por esto tenemos tanta tensión, nos sentimos presionados, ansiosos y tenemos problemas. Así que ahora, no permitiremos que esto ocurra; simplemente nos relajamos y dejamos que los pensamientos y emociones surjan y se vayan. Y desde el momento en que aprendemos esto, qué hacer, los pensamientos y las emociones ya no nos molestarán más; tendremos la seguridad de que cualquier cosa que surja en nuestra mente, la podemos soltar. Entonces tendremos la seguridad de estar bajo nuestro propio control; tenemos el control de nuestros pensamientos y emociones, y éstos ya no nos controlarán. Y cuando esto ocurre; ¡somos los dueños! Quizás no es tan fácil como parece pero tratamos de avanzar en esa dirección.

No meditamos con el propósito de obtener buenas experiencias, extrañas o maravillosas. Quizás también las tengamos, pero no importa. Lo que buscamos es poder relajar, ser capaces de dejar que los pensamientos y las emociones surjan y se vayan sin que nos afecten y controlen.

ENCONTRAR UN PUNTO DE REFERENCIA
En ocasiones veremos que no podemos conseguirlo; nos resulta difícil debido a que estamos habituados de otro modo. Nuestro hábito, nuestro patrón, es que el pensamiento o la emoción nos domine y que nosotros lo sigamos humildemente. Así que existen muchas técnicas diferentes y diversos métodos y cada cual puede adoptar el que mejor le vaya. Pero al principio, una de las cosas más importantes es tener un punto de referencia particular al que podemos regresar cada vez que nos distraemos. Un pensamiento o emoción llega y lo seguimos, y no nos damos cuenta de que lo estamos haciendo, y entonces de repente nos percatamos de que nuestra mente ya no está aquí sino dando vueltas por todas partes. Entonces nos alarmamos y pensamos: «Oh, estoy distraído, no estoy meditando. Esto no es bueno, no me puedo relajar». No hagáis esto.
Simplemente podéis regresar y recordar el objeto, recordar el punto de referencia.
A veces, se toma la respiración como punto de referencia ya que es algo que hacemos de forma muy natural. Simplemente recordamos que estamos respirando. A veces nos concentramos en la exhalación, a veces en la inhalación; a veces en el proceso entero de la respiración al inhalar y exhalar. Dejamos que la mente se establezca, descanse en la respiración y nos relajamos. Si la mente se va en otra dirección, si empieza a dar vueltas por aquí y por allá, entonces simplemente recordamos que la mente está descansando en la respiración: no hacemos nada más ni nada menos. No forzamos. No decimos, «Oh, eso no estuvo bien; estaba distraído». No decimos nada; simplemente nos relajamos.
Hacer esto repetidamente es meditar. La repetición es el factor principal, porque así es como aprendemos. Por ejemplo, cuando aprendemos a conducir, ¿cómo lo hacemos?
No es muy difícil aprender que el acelerador sirve para avanzar, que el freno sirve para frenar y que el cambio de marchas es para cambiar las marchas; pero cuando intentamos hacerlo, no podemos. Nos encontramos de repente haciendo lo contrario: ¡quieres accionar el freno y pisas el acelerador! Pero probamos una y otra vez, y cada vez lo hacemos un poco mejor, y así mejoramos de forma gradual. La práctica. En realidad es la práctica la que nos hace aprender; es la única manera. La meditación es cuestión de práctica. En primer lugar necesitas aprender cómo hacerlo, y a continuación, una vez has aprendido, practicas con regularidad. Es la única manera.

LA MEDITACIÓN EN NUESTRA VIDA DIARIA
El periodo de meditación es una sesión de entrenamiento: debemos entenderlo como una sesión de entrenamiento para poder transportar a nuestra vida diaria una pequeña porción de la tranquilidad y de la liberación de tensión que hemos conseguido durante la meditación.
Cuanto más capaces seamos de relajarnos, más sentiremos que nuestra meditación funciona; pero debemos entender que no se trata tan sólo de meditar durante quince minutos y dar el asunto por acabado. No creo que esto diera muy buenos resultados; aunque sería mejor que no hacer nada.
Si realmente queremos transportar a nuestra vida diaria la comprensión de la relajación, debemos utilizarla como un modo de vida. Necesitamos relajarnos en nuestro interior. No creo que se trate de disminuir el ritmo de nuestras actividades. Supongamos que estamos muy ocupados, con muchos compromisos. Por supuesto, siempre es mejor no prometer demasiado; si prometemos algo que no podemos realizar vamos a tener problemas de todos modos. Pero sean cuales sean las presiones en nuestra vida, podemos relajarnos en esa situación, podemos tener un poco de tranquilidad en nuestra mente. ¿Por qué nos esforzamos tanto? Para empezar, ¿por qué trabajamos tanto?
Trabajamos tanto para ser felices, para conseguir un buen nivel de vida. Pero si trabajamos hasta el colapso, ¿de qué no sirve?
Por ello, creo que es importante que intentemos relajarnos incluso cuando estamos esforzándonos en el trabajo: simplemente dejando que nuestra mente se relaje en el nivel más profundo; comprendiendo que si no estamos relajados, no podremos trabajar de forma apropiada, enfermaremos y llegaremos al colapso, y así no podremos conseguir nada. Necesitamos un poco más de relajación y de descanso en nuestras vidas; necesitamos incorporar en ellas una pequeña porción de esta sensación de «estar en el momento presente». La mayoría de las veces no es realmente el trabajo lo que nos acarrea tensión; es el hecho de pensar en él lo que nos causa estrés. Si nos podemos relajar y estar más en el momento presente, entonces creo que sentiremos menos estrés y menos presión; podremos saborear un poco el efecto continuado de la meditación en nuestra vida diaria. Y puede que hasta podamos ir más lejos y mejorar aún más; pero ese sería el primer paso.

LA COMPRENSIÓN CORRECTA ES LA ESENCIA DEL BUDISMO
Lo que realmente importa es penetrar en la verdadera naturaleza de la realidad; y aquí es cuando la meditación de la visión superior entra en escena. De hecho, este es el corazón del budismo: la visión correcta; ver la verdadera naturaleza de la mente y ser capaz de entenderla por completo. Es ver quién y cómo somos de una forma completa.
Si podemos percibir directamente el verdadero estado de nuestra mente libre de coberturas; eso es la iluminación, esa es la verdadera libertad. Entonces dejaremos de tener cualquier tipo de temor. Ya no tendremos la necesidad de tener miedo; no necesitaremos sentirnos inseguros.
La inseguridad, el miedo y nuestras ansiedades provienen del sentimiento de que hay algo que proteger, algo que puede ser dañado o perderse; de que hay algo que es incompleto. Pero si realmente sabemos que no hay nada que sea incompleto, que no hay nada que proteger, porque no hay nada que pueda ser destruido, entonces no tenemos porque sentir ningún temor; y cuando no sientes ningún miedo, deja de haber problemas. Esta es la transformación de nuestro modo de ver las cosas.
El estado mental en el que hay miedo e inseguridad, en el que todo el tiempo estamos intentando obtener o huir de algo, de manera que constantemente sentimos tensión y ansiedad, es lo que llamamos el estado mental samsárico; siempre está en tensión e insatisfecho.
El estado mental que está más allá de esto, en el que no hay más necesidad de correr, en el que hay libertad libre de todo temor, es lo que llamamos el estado mental iluminado. Lo llamamos iluminación porque es una experiencia en la que percibimos de forma correcta: es algo que podemos ver, podemos entender. En ocasiones le llamamos realización: realización porque lo que no habíamos entendido anteriormente, lo entendemos ahora; es simplemente una cuestión de comprensión. Por ello este tipo de meditación recibe el nombre de meditación de la visión superior.
Y todos los diferentes tipos de meditación que encontramos en el budismo pertenecen de hecho a una de estas dos clases: la meditación de pacificación mental y la meditación de la visión superior; simplemente estas dos.

Ringu Tulku
La meditación budista
Bodhicharya, 2001
Fragmento: pp.18-28

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

  • Traducir